El Área de Derecho a la Salud de la Defensoría convocó a
diversos expertos en la temática y a funcionarios de organismos estatales con
competencia en la materia para que aporten sus perspectivas sobre esta
problemática.
Mientras que casi instantáneamente y a veces en tiempo
real la circulación de datos se extiende
por los diversos rincones del planeta y contribuye al ejercicio del derecho a
la información, los medios de comunicación masiva son hoy ámbitos esenciales
para la divulgación científica y,
particularmente, para el abordaje
de tratamientos y avances médicos.
Sin embargo, el desarrollo y la modalidad que han adquirido
los medios, particularmente los audiovisuales como la televisión e Internet -al
expandirse de modo virtualmente universal y ser cada vez más accesibles-
plantean diversos dilemas éticos.
Constituye un problema de ese tipo, por ejemplo, el hecho de
que la información, para ser atractiva, requiere de protagonismo, es decir que
los casos narrados encarnen en personas concretas. Es por ello que los medios
de comunicación suelen exhibir, de modo inconveniente, aspectos íntimos de la consulta o las
terapias médicas.
Esta problemática aparece bajo la forma de reclamos ante la
Defensoría del Pueblo, demandas cuya
solución resulta compleja ya que, dadas sus características, no resulta fácil
delimitar el cumplimiento por los medios de los requerimientos legales y éticos
del ejercicio profesional del periodismo.
Programas de televisión
destinados a los temas de salud
Aparecen desde los comienzos de la masificación de la TV en
espacios especiales, temáticos, en los que tratan cuestiones relacionadas con
la prevención. Una modalidad, aún vigente, la constituyen aquellos destinados a
la información relacionada con el nacimiento y la crianza. Estos programas, con
distintos niveles de repercusión, no han generado controversias.
En los últimos años surgieron proyectos dedicados a temas de
salud bajo la modalidad del llamado reality show, donde el protagonista es un
individuo identificable y se transmiten imágenes y diálogos que hasta hace muy
poco tiempo estaban reservados al ámbito de la intimidad de la consulta médica.
Se asiste así a cirugías tan complejas e impactantes como las necesarias para
un cambio de sexo.
Otra variante que ha generado controversias es la proyección
de filmaciones en directo desde algún centro de salud. Allí se instalan cámaras
de televisión, se capta el acontecer de la sala de guardia de un hospital
público, el recorrido de las ambulancias y la asistencia de las emergencias en
domicilios o espacios públicos. De tal forma, el televidente puede presenciar
un procedimiento médico en el que se socorre a personas con heridas graves que
padecen dolores agudos; diálogos con los profesionales en los que se exponen
situaciones familiares violentas o altamente conflictivas y temas sensibles
como los relacionados con adicciones; y conversaciones con enfermos mentales o
personas alcoholizadas en las se exhiben sus delirios e incoherencias.
Una cuestión a tener en cuenta es hasta qué punto la
aparición en los medios responde a una decisión auténticamente libre de estas
personas, o si su aprobación se obtiene bajo distintas formas de presión: el
acoso periodístico, el agradecimiento a los médicos y a los canales de
comunicación que contribuyeron a encontrar el recurso, etcétera.
El segundo asunto que preocupa es la certeza de que algunas
personas no desean exponerse públicamente. Esto se evidencia a través de los
reclamos de quienes se sintieron damnificados, y al observarse en la TV rostros
borroneados, imágenes de individuos que no
consintieron su aparición televisiva.
En este punto surgen varios interrogantes: ¿La corporización
en personajes concretos, propia de los relatos mediáticos, vulnera obligaciones
éticas o prescripciones legales? ¿Resulta aceptable revelar la intimidad de un
acto médico? ¿Es suficiente la autorización del paciente para considerar
apropiada su difusión? ¿Contribuye a concientizar a la población en algún
aspecto? Estas preguntas incluyen, en primer lugar, una preocupación moral por
las personas exhibidas y, en segundo, un cuestionamiento sobre la eficacia
misma de esta modalidad como recurso narrativo para educar en materia de salud
o prevenir enfermedades.
Existe otra variante que preocupa y es la de la
proliferación de espacios –especialmente en la televisión por cable- destinados
a la promoción de nuevos tratamientos, donde se promueve una institución o un
profesional que posee un método único para la solución de viejos problemas como
el cáncer, la psoriasis, el acné, la artrosis, la calvicie, las disfunciones
sexuales, etcétera.
El denominador común de estos programas es que suelen
aludir, con ligereza, a soluciones
quirúrgicas para problemas estéticos de todo tipo. En otros, en tanto, se
publicitan terapias a través de los
mismo usuarios, que narran en primera persona cómo superaron el cáncer mediante
la ingestión de gorgojos vivos, la analgesia para casos de artrosis mediante
picaduras de abejas, etcétera.
Aquí, los interrogantes trazados se vinculan con el posible
riesgo para el cuidado de la salud que implica la promoción de tratamientos que
no están científicamente validados, y el consecuente control oficial que
debería tener esta clase de programación.
Publicidad de fármacos y tratamientos
Sobre este tema ya existe normativa y se actualiza
frecuentemente. Aun así, subsisten
inquietudes relacionadas con la amenaza que significa inducir a los
individuos a la automedicación, la naturalización del acto de medicación para
sobrellevar cualquier problema cotidiano y la subestimación de la consulta al
profesional indicado.
La legislación vigente circunscribe la publicidad a los
productos de venta libre e impone recomendaciones del tipo “consulte a su
médico”, pero no establece restricciones acerca del contexto en el que se
pueden exhibir ni los límites relacionados con la cantidad de avisos. Una
variante preocupante la constituyen los avisos con mensajes que generan temor y
crean la necesidad de un determinado producto, aunque éste no aparece mencionado
en forma explícita, lo que hace complejo el
reclamo.
Por todo ello, la responsabilidad social de los medios de
comunicación y la necesidad o no de una autorregulación del ejercicio de la
profesión periodística basado en un código de ética aparecen también en el
horizonte como materias insondables que deberán merecer atención a la hora de
abordar las temáticas mencionadas.
Para debatir sobre estas cuestiones, el Área de Derecho a la
Salud, la Defensoría del Pueblo convocó a diversos expertos en la temática y a
funcionarios de organismos estatales con competencia en la materia. Reconocidos
especialistas del campo de la bioética, la medicina, la comunicación, el
derecho, la salud pública y la filosofía aportaron sus perspectivas que,
conjuntamente con una serie de recomendaciones dirigidas a las autoridades de
la CABA y de la Nación, fueron publicadas en un volumen especial de la
colección Papeles de Trabajo de la Defensoría titulado Salud, ética y medios de
comunicación, que puede descargarse aquí.
Alicia Lanzilotta (asesora en temas de bioética e integrante
del Área de Derecho a la Salud de la Defensoría del Pueblo de la CABA)
Carlos Niccolini (jefe del Área de Derecho a la Salud de la
Defensoría del Pueblo de la CABA)