Su uso en la televisión despertó la polémica; el Ministerio
de Salud recordó que ese dispositivo está prohibido en el país.
Un comunicado del Ministerio de Salud sorprendió en las
redacciones. "Preocupación oficial por su exhibición en los canales de
televisión", era apenas el comienzo de una gacetilla de prensa para
recordar que la comercialización del cigarrillo electrónico está prohibida en
el país desde hace tres años y que su uso tiene las mismas limitaciones que el
cigarrillo convencional.
"Ante la aparición reiterada de personajes haciendo uso
de cigarrillos electrónicos en ficciones televisivas que se emiten en horario
central, se recuerda que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos
y Tecnología Médica (Anmat) prohibió la comercialización de ese producto en el
país en 2011 por considerar que «no existe evidencia suficiente para concluir
que sea una ayuda eficaz para dejar de fumar» ni hay «pruebas suficientes que
determinen que es seguro para el consumo humano»", continúa el comunicado.
Y en uno de sus artículos, la ley nacional de control de
tabaco limita la promoción, la publicidad y el consumo de "todos los
productos elaborados con tabaco y los que, sin serlo, puedan identificarse con
marcas o asociarse con ellos, de origen nacional o importados". La
reglamentación, que el Poder Ejecutivo realizó recién el año pasado, precisa en
el artículo tercero que el cigarrillo electrónico y sus accesorios están dentro
de los "productos que pueden identificarse con productos elaborados con
tabaco".
El responsable del Programa Nacional de Control de Tabaco,
doctor Jonatan Konfino, comentó a LA NACION que se percibe que de a poco se
está naturalizando el uso de este dispositivo electrónico. Como su venta está
prohibida desde 2011, en nuestro país se está vendiendo ilegalmente a través de
sitios de compra y venta en Internet, y de blogs que promueven su consumo. Su
costo es de 700 pesos en adelante.
Un argumento de promoción es que sirve para dejar de fumar,
que reemplaza al cigarrillo común. Sin embargo, no existen estudios que
demuestren que el dispositivo electrónico cumple con esa promesa. Todo lo
contrario. "No existe controversia alguna: no hay estudios que demuestren
que se trata de una estrategia recomendada para dejar de fumar en ninguna parte
del mundo, ni forma parte de las que aconseja el Ministerio de Salud -precisó
Konfino-. Es un dispositivo que posee sustancias aromatizantes, alcoholes y,
también, nicotina, que no es inocua y es muy adictiva, además de que su consumo
aumenta la presión y la frecuencia cardíaca, entre otros efectos adversos."
La aparición de este dispositivo de menos de 10 cm en la
pantalla de la TV en una novela en horario central, en la mano de un par de
periodistas y hasta del escritor Paul Auster durante su presentación en la
Feria del Libro se sumó a las denuncias que se reciben en el 0800-999-3040 del
Ministerio de Salud de personas que exigen poder utilizar el cigarrillo
electrónico en lugares cerrados, como bares, cines, restaurantes, museos, entre
tantos otros.
La ley antitabaco promueve los espacios 100% libres de humo
como una estrategia con respaldo de la Organización Mundial de la Salud para
desincentivar el tabaquismo y proteger no sólo a los fumadores de los efectos
nocivos del humo, sino también a los que los rodean.
"Todo esto nos llevó a difundir este comunicado y a
expresar cierta preocupación", aclaró Konfino.
En tanto, desde la Anmat, explicaron por qué el organismo
prohibió su comercialización, luego de que ya estuviera ofreciéndose en el país
desde 2003 a través de Internet con la idea de hacerlo también en farmacias y
supermercados.
"Como ocurre con cualquier medicamento o producto de
uso médico o destinado a la salud, se solicitaron los estudios de eficacia y
seguridad del producto. Hasta el momento, no se presentó ninguno de esos
estudios, ni se pudo comprobar que el producto tenga los resultados en la salud
humana que se le atribuyen con la publicidad, como servir para dejar de fumar
-explicaron a LA NACION desde el organismo regulador-. Y, actualmente, en el
mundo, la evidencia científica coincide con nuestra decisión. En algunos
países, hasta están viendo que el consumo podría ser más riesgoso porque [el
cartucho] podría incluir una dosis más alta de nicotina."
En el país, más del 99% de los fumadores consumen
cigarrillos comunes y el 1% restante opta por otros productos de tabaco. Para
Konfino, menos del 0,5% estaría utilizando este dispositivo electrónico.
"Pero el hecho de que se esté naturalizando su consumo no es bueno",
dijo.
Pero ¿por qué está prohibida la venta del cigarrillo
electrónico y no la del cigarrillo común si ambos son tan nocivos para la
salud? ¿Influye el lobby de la industria tabacalera en esa diferencia?
"Si hoy alguien se presentara para obtener la
aprobación del cigarrillo común, nadie autorizaría la venta letal de un
producto con más de 70 sustancias cancerígenas, que mata a la mitad de los que
lo consumen y que es más adictivo que la heroína", aseguró Verónica Schoj,
directora ejecutiva de la Fundación Interamericana del Corazón-FIC Argentina.
"El cigarrillo se empezó a fabricar a principios del
siglo pasado y el consumo se hizo masivo después de la Primera Guerra Mundial
-recordó-. Los primeros datos que muestran que el cigarrillo hace daño aparecen
en los años 50, cuando ya se había instalado la adicción. Recién en 1964
apareció el primer informe en Estados Unidos sobre sus efectos."
Actualmente, un tercio de la población mundial es adicta al
tabaco, y la comunidad científica está empezando a debatir su prohibición.
"Aún no se hace porque favorecería el mercado negro. Su consumo es 30
veces más masivo que la cocaína. Por eso se promueve el Convenio Marco para el
Control del Tabaco, que incluye estrategias para desincentivar el consumo, como
los ambientes 100% libres de humo o el aumento de los precios", agregó
Schoj. "No es que esté bien que se venda tabaco, sino que su prohibición,
hoy, aún es inviable sin desalentar el consumo -sostuvo-. Si con la ley seca
tuvimos problemas, ¿qué pasaría con el cigarrillo, que es 300 veces más
adictivo que el alcohol?"
Fuente: La Nación