Chile y México enfrentan una situación similar en materia de
deterioro de los hábitos alimentarios y desarrollo de la epidemia de sobrepeso
y obesidad. Aunque la situación es más grave en México, Chile nos sigue los
pasos. Puede observarse como ambos países encabezan el consumo de alimentos
ultraprocesados que incluyen a las bebidas azucaradas en la región.
Como lo muestra la Organización Panamericana de la Salud, a
mayor consumo de ultraprocesados en un país, es mayor también la incidencia de
sobrepeso y obesidad. Y en este sentido, Chile y México encabezan el consumo de
alimentos ultraprocesados como el índice de masa corporal en la región.
Sin embargo, lo que diferencia a un país del otro es cómo
están enfrentando esta epidemia que tiene a sus sistemas de salud en crisis.
El primero de junio de 2016 entraron en vigor en Chile las
leyes 20.606 y la 20.869 que regulan el etiquetado de los productos, la
publicidad que se dirige a los menores de 14 años y los alimentos y bebidas en
las escuelas.
Son sorprendentes las diferencias del etiquetado frontal y
la regulación de la publicidad dirigida a niños que se han implementado para
combatir la obesidad en Chile con los establecidos en México. Las diferencias
tienen su origen en cómo fueron diseñadas estas políticas.
El etiquetado chileno fue el producto de un trabajo muy
arduo que inició en el Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (IXTA)
de la Universidad de Chile y que fue complementado por una empresa privada que
realizó grupos focales con niños (10 a 12 años), adolescentes (15 a 18 años),
jóvenes (19 a 28 años), adultos (29 a 55 años) y adultos mayores (más de 60
años), con el fin de identificar qué tipo de etiquetado era el más útil para
que los consumidores chilenos pudieran identificar, de una manera muy sencilla
y útil, si un producto era alto en contenidos de azúcar, grasas, sodio v o
calorías totales.
Por su parte, el etiquetado frontal mexicano fue elaborado e
implementado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos
Sanitarios. A pregunta expresa, por acceso a la información, de quién conformó
el grupo de trabajo que elaboró los criterios nutricionales para el etiquetado.
COFEPRIS nos respondió que no se estableció ningún grupo de trabajo y a la
pregunta expresa de si se había realizado algún estudio de comprensión entre
los consumidores mexicanos sobre el etiquetado frontal que eligió esta
institución, COFEPRIS nos respondió que 110 se había realizado ningún estudio,
ninguna evaluación.
Ei etiquetado frontal elegido en Chile consideró que los
niños de 10 y 12 años pudieran entenderlo, tanto como los mayores de 60 años.
Se probaron 6 opciones, entre ellas el llamado “semáforo’' que utiliza los
colores del semáforo para indicar si un producto tiene bajas, medias o altas
concentraciones en azúcares, grasas, sodio y calorías totales: el llamado GDA
(guía diaria de alimentación) que ha sido promovido por la industria de
alimentos y bebidas en todo el mundo: y un etiquetado desarrollado por los
grupos de trabajo en Chile y que incorpora el símbolo de “Alto" que se
utiliza en las calles y carreteras, para indicar que un producto es alto en los
ingredientes criterio.
Los consumidores chilenos prefirieron el símbolo de
“Alto" por ser el más claro. El GDA, promovido por la industria, les
atraía por la sensación de que les daba más información, sin embargo, como se
ha comprobado en otros países, los consumidores chilenos no eran capaces de
interpretarlo.
En México, como señalamos, no sólo no hubo grupo de trabajo
para elaborar el etiquetado, tampoco fue probado entre los consumidores mexicanos.
El elegido por COFEPRIS fue el GDA. el etiquetado que la industria ha
promovido. Como lo hemos señalado ya varias veces, este tipo de etiquetado sólo
ha sido evaluado en una ocasión en México. La evaluación fue realizada por el
Instituto Nacional de Salud Pública con estudiantes de primer año de nutrición
y el resultado fue que menos del 2% pudo interpretarlo.
La diferencia es ciara entre el etiquetado chileno y el
mexicano, el primero lo entienden los niños de 10 a 12 años y el mexicano no es
entendible ni para los estudiantes de nutrición.
Un elemento que también muestra una diferencia entre un
etiquetado y otro, ha sido la reacción de la industria. Mientras la industria
reaccionó fuertemente contra el etiquetado chileno, atacó públicamente a sus
promotores en el poder legislativo y llevó la controversia a la Organización
Mundial de Comercio argumentando que era una barrera al libre comercio: en
México la industria no sólo no lo criticó, incluso, lanzó una campaña para
promoverlo.
De hecho, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que
promovió el Pian de Acción para la prevención de la obesidad en la niñez y la
adolescencia, aprobado por todos los ministros de la región, no reconoce al
etiquetado frontal desarrollado en México como una acción que cumpla con el
objetivo 3.3 de ese Plan que establece: “Elaborar y establecer normas para el
etiquetado del frente del envase que promuevan las elecciones saludables al
permitir identificar los alimentos de alto contenido calórico y bajo valor
nutricional de manera rápida y sencilla”.
Para el año 2019 se espera que 15 países cumplan con este
objetivo. En la fecha que fue firmado el Plan de Acción de OPS se contaba
solamente con un país que contaba con un etiquetado con estas características:
Ecuador. El etiquetado frontal en Chile, que entra en vigor el 27 de junio
próximo, será ei segundo que cumplirá con el criterio del Plan de Acción: “al
permitir identificar los alimentos de alto contenido calórico y bajo valor
nutricional de manera rápida y sencilla”.
Es interesante revisar como esta misma diferencia, entre
Chile y México, se presenta en la regulación de la publicidad de alimentos y
bebidas dirigida a la infancia y cómo el diseño y aplicación de estas
regulaciones repercute en que a los niños se les garantice un ambiente
saludable en las escuelas.
Fuente: Portal Sinembargo.mx (por Alejandro Calvillo)