Es una iniciativa
presentada en el Concejo Deliberante de Bahía Blanca. La idea es que la agencia
reguladora controles los esterilizadores y todos los aspectos sanitarios de los
locales. El proyecto recuerda que los desechos de esta actividad son
considerados por una ley provincial “residuos patógenos” y necesitan un
tratamiento especial.
Con sólo caminar por
algunas calles emblemáticas de Capital Federal, donde proliferan los locales, podemos advertir que la realización de tatuajes y la colocación de piercings
crecieron notablemente en los últimos años. Ante esto, a nivel nacional se
intentó controlar la actividad, y en varias provincias los menores deben llevar
una autorización del padre, por ejemplo, para hacerse cualquiera de los dos
procedimientos. Pero esto no alcanza a la hora de garantizar que el paso por
esta práctica sea saludable. Por eso, un distrito buscará que las autoridades
de salud sean las encargadas de inspeccionar los lugares, para garantizar que
se cumplan los requisitos sanitarios. Hoy, la mayoría de los municipios dejan
la inspección a cargo de las direcciones comerciales.
La idea del control sanitario de los locales de tatuajes y
de piercings nació en Bahía Blanca, donde el concejal Maximiliano Núñez Fariña
(Frente Para la Victoria) presentó ayer un proyecto en el Concejo deliberante
local para modificar la ordenanza que regula la actividad de tatuadores y
colocadores. La idea, que sea la Administración Nacional de Medicamentos,
Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) parte de estos controles, y así se eviten
problemas en la salud de los clientes y además se garanticen las condiciones de
sanidad en el lugar, así como el manejo correcto de los elementos de trabajo.
El concejal bahiense recordó que “los desechos producidos
por esas prácticas en las casas de tatuajes y colocación de piercings o
anillado son considerados residuos patogénicos y por lo tanto deben tener el
mismo tratamiento, manipulación, transporte y disposición final que exige la
ley Nº 11.347 de la Provincia de Buenos Aires”. Sin embargo, aclaró que los
residuos de esas actividades terminan teniendo el tratamiento de uno común
porque no están contemplados por la ordenanza local 14.052. “Tampoco hay control
de la ANMAT en cuanto a las esterilizadoras, ni existen controles de la comuna
sobre si se puede fumar o beber dentro de estos locales”, explicó Núñez Fariña.
Entre las nuevas exigencias se propone que los responsables
de tatuar o hacer perforaciones utilicen “una bata limpia tipo médica o prenda
quirúrgica de vestir descartable durante el proceso”. “Todo esto se hace para
garantizar la seguridad en higiene de quienes deciden hacerse modificaciones en
sus cuerpos”, expresó el concejal. Además se pretende exigir que los locales
tengan fácil acceso al público y uso exclusivo para dicha actividad, una sala
de espera y un gabinete de 12 metros cuadrados como mínimo, al que solo podrá
acceder el tatuador y su cliente.
En caso de que el Concejo Deliberante apruebe el proyecto,
los tatuadores tendrán un plazo de 180 días corridos para adecuarse. Entre
otros detalles, también se exigirá la colocación de un cartel que advierta
sobre las formas de transmisión y prevención del sida y hepatitis B. “El
material que no pueda ser descartado en un solo uso deberá ser esterilizado
según las normas que regulan la materia. Los equipos de esterilización serán
controlados según los parámetros estipulados por la ANMAT”, concluyó el
proyecto presentado.
Fuente: Mirada Profesional