miércoles, 26 de julio de 2017

Hospitales más seguros: avanza el tratamiento de los residuos peligrosos

Cerca del 20% de lo que se desecha tiene algún grado de riesgo para la salud y el medio ambiente; en la ciudad de Buenos Aires,ya se prohibieron la incineración y el uso de mercurio y cianuro.

Tachos diferenciados en el hospital Sáenz PeñaEn 2000, el mismo camión que retiraba los residuos biopatogénicos del hospital Dr. Roque Sáenz Peña de la ciudad de Rosario se utilizaba para el reparto de carne. "Me enteré de esa situación porque un día el muchacho que manejaba el vehículo llegó tarde. Le pregunté por qué tenía tanta prisa y me dijo que tenía que repartir carne antes de las 8 de la mañana. Es decir, dejaba los residuos en el crematorio y luego buscaba la carne", cuenta César Goroso, jefe de mantenimiento del hospital.

A partir de esta anécdota, el empleado tomó conciencia de la importancia de hacerse cargo de la gestión de residuos en el ámbito hospitalario. 

Un hospital de gran tamaño puede generar hasta una tonelada de residuos por día, y si no se manejan adecuadamente es factible que produzcan contaminación y enfermedades. De hecho se considera peligroso el 20% de los desechos de un hospital.

Si bien la ley de residuos peligrosos tiene más de 25 años, todavía su aplicación en el país es muy dispar. En muchos centros de salud de las grandes ciudades se avanzó en materia de gestión de residuos, pero en una gran cantidad de pueblos del interior el cumplimiento de la normativa es aún una realidad lejana. 

"La gestión de residuos patógenos en hospitales -aquellos que potencialmente pueden transmitir enfermedades porque estuvieron en contacto con pacientes- se enmarca en la ley Nº 154, que prevé la obligatoriedad de contratar un servicio de transporte y tratamiento de los mismos", dice Juan Bautista Filgueira Risso, presidente de la Agencia de Protección Ambiental, del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la ciudad de Buenos Aires.

Explica que los residuos son transportados por empresas que cuentan con una habilitación otorgada por la Ciudad y la Nación, para ser tratados en operadores avalados por el Estado nacional. Una vez tratados, cuando pierden su carácter de peligrosidad se puede proceder a su disposición final como residuos comunes.

Desde la Agencia de Protección Ambiental se realizan inspecciones periódicas para corroborar el cumplimiento de la ley, y se trabaja en conjunto con los hospitales mediante reuniones y visitas de capacitación y concientización al personal.

El negocio de la basura

Algunos especialistas señalan que para muchas empresas el tratamiento de los residuos representa un negocio y trabajan con los hospitales para que los separen.

Verónica Odriozola es directora ejecutiva de Salud Sin Daño para América latina, una organización no gubernamental internacional que busca transformar el sector responsable del cuidado de la salud en todo el mundo, con el objetivo de reducir su huella ambiental.

Explica que en las instituciones, las bolsas de color rojo se utilizan para aquellos residuos que necesitan un tratamiento especial, porque pueden ser vehículo de transmisión de enfermedades. "Pero eso no significa que allí vaya todo lo que estuvo en contacto con los pacientes. Los elementos que tienen que ser segregados son los cortopunzantes, las jeringas y algunos residuos que contienen sangre o fluidos", dice.

Y aclara: "Sin embargo, a veces hay una mala segregación porque se ponen cosas de más en las bolsas rojas. Es importante que se tome conciencia de lo que merece un tratamiento especial y lo que no."

Según Odriozola, hay empresas que obtienen rédito a medida que se tira más basura en las bolsas rojas: a mayor peso, es más lo que ganan.

En este sentido, Daniel Jayat, coordinador de Gestión de Residuos de Establecimientos de Salud del Ministerio de Salud del gobierno porteño, opina que poner bolsas rojas en cualquier lugar es una pésima gestión.

Durante mucho tiempo, la forma de tratar los residuos patogénicos era a través de la incineración. A partir de la movilización de comunidades y organizaciones sociales, se empezaron a aplicar otras tecnologías. Actualmente, en la ciudad de Buenos Aires hay una legislación que prohíbe su quema.

"Los residuos biopatogénicos son esterilizados por Autoclave, un aparato que a temperaturas elevadas destruye gérmenes patógenos. De esta forma se generan residuos desinfectados, y el resultado final es que no tienen riesgo de transmitir enfermedades", detalla Odriozola.

Sobre este punto, Antonella Risso, responsable técnica de proyectos de Salud Sin Daño, señala que hay hospitales que están muy avanzados en este proceso y tratan los residuos con la mejor tecnología. "También sucede que las instituciones chicas del interior queman los residuos en el patio. Conviven dos realidades opuestas. Depende mucho del compromiso del personal."

Al hablar sobre el tratamiento de los residuos, Jayat señala un cuarto grupo que se desprende de los tóxicos: el de los radiactivos. Lo diferencia porque de estos últimos se debe ocupar la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). De todos modos, marca que la cantidad que se genera en hospitales es mínima.

Para Jayat, la reducción es el foco que debe tener una buena gestión de residuos. "Hay que comprar lo mínimo y necesario. Además se debe conformar un equipo de gestión multidisciplinario en cada hospital", destaca.

En la Capital Federal un resultado positivo es la eliminación del mercurio de los establecimientos de salud y del cianuro para la determinación de la hemoglobina en sangre. Jayat dice: "Se busca reducir la utilización de líquidos reveladores y fijadores de radiografías y se promueve la digitalización de imágenes. En la actividad privada, el 95% ya digitalizó la radiología. En la actividad pública, el porcentaje es mucho menor, pero se va en ese camino".

Capacitar regularmente al personal de los hospitales es otra de las claves. Para reducir accidentes, no sólo los enfermeros tienen que estar capacitados. También deben participar de los cursos los trabajadores de mantenimiento, para aprender a manipular los cortopunzantes de la forma segura.

Hospital Fernández: termómetros digitales y mamaderas de vidrio

El hospital Fernández, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, integra la Red Mundial de Hospitales Verdes y Saludables. El primer proyecto que llevaron adelante fue la eliminación de termómetros de mercurio. A continuación se suprimieron los tensiómetros y las amalgamas del servicio de odontología.

"En 2006 logramos tener el abastecimiento de termómetros digitales. Instruimos al personal de enfermería y le entregábamos material bibliográfico. Era obligatorio hacer el curso", cuenta Mirta Borrás, médica pediatra y toxicóloga. Ella es la responsable del área ambiental del hospital y secretaria del Comité Nacional de Salud Infantil y Ambiente de la Sociedad Argentina de Pediatría.

La médica cuenta que luego empezaron a buscar otras sustancias que podían reemplazarse. "Cuando uno entraba a anatomía patológica -rama de la medicina que se ocupa del estudio de las causas y las consecuencias de las enfermedades- se olía el formol. Vimos que no había ventilación en el lugar. Los técnicos en histopatología ya tenían problemas respiratorios", recuerda.

"Finalmente, la solución fue la instalación de campanas extractoras y la construcción de nuevas torres de ventilación, donde el material que produce este efecto se extraía. Ésta fue una forma de eliminar otros químicos."

Además, en el área maternoinfantil se eliminaron todas las mamaderas que contenían bisfenol A -producto químico utilizado para fabricar todo tipo de plásticos- y actualmente usan sólo las de vidrio.

"Los elementos químicos, tanto de rayos como de anatomía patológica, quedan en bidones que se lleva una empresa para tratarlos", agrega.

Hospital Sáenz Peña: logró reducir un porcentaje importante de su basura

En el hospital Dr. Roque Sáenz Peña de Rosario, Santa Fe, se empezó a trabajar en la separación de residuos en 2000. "A partir de un programa de la municipalidad que se llamaba Separe, comenzamos a segregar el cartón, el papel y reciclamos los sachets de suero vacíos no contaminados. De esa forma se redujo una parte importante de los residuos que generábamos", cuenta Carlos Marinozzi, enfermero y coordinador del comité de residuos del hospital. 

El centro de salud fue el primero en todo Rosario y Santa Fe, y uno de los únicos ocho del país, que integraron, en un principio, la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables.

Marinozzi recuerda que en 2004 hicieron un relevamiento institucional para saber cuántos residuos biocontaminados generaban por año, y se determinó que se reunían unos 44.000 kilos.

A partir de entonces comenzaron a implementar mejoras en la gestión de residuos y en 2005 pudieron bajar esa cantidad a 26.000 kilos. La reducción superó el 40% en un año.

Como iniciativa del comité que coordina Marinozzi, se capacitó a todo el personal del hospital. "La gestión de residuos la hacen todos y cada uno de los miembros. Se creó un grupo horizontal y participativo, que tiene por objetivo disminuir la contaminación en el ambiente hospitalario, bajar los costos y afianzar las normas de bioseguridad", cuenta.

Se logró instalar la idea de que la problemática de los residuos atañe todas las funciones dentro del hospital. "El comité de residuos está en la institución y creemos que vamos a lograr mucho más. Empezamos de la nada y ahora somos reconocidos por este trabajo", enfatiza el enfermero.

Hospital Ushuaia: un programa para mejorar las compras de medicamentos

En el fin del mundo también trabajan por una mejor gestión de residuos. La jefa del Servicio de Farmacia y Esterilización del Hospital Regional de Ushuaia, María Marta Cozzarin, concentró su actividad en mejorar las compras de medicamentos para evitar que se vencieran y tuvieran que tirarse. El trabajo implicó verificar las fechas de vencimiento tanto de aquellos medicamentos que se encontraban en la propia farmacia como en otros servicios.

"En la provincia de Tierra del Fuego nosotros tenemos una gran dificultad: la única opción que tenemos de tratar los medicamentos no aptos para el uso es el proceso de incineración. No podemos sacarlos de la provincia porque tenemos que pasarlos por Chile y eso implica pasar por la aduana. Por ese motivo nuestra prioridad es reducir los residuos", desarrolla Cozzarin.

También observó que cada servicio desechaba sus medicamentos de diferentes formas y que éstas no eran las correctas. Por lo tanto se decidió centralizar los residuos en el servicio de farmacia.

"Entre 2012 y 2013 pudimos reducir un 20% la cantidad de medicamentos vencidos en la institución", asegura Cozzarin. Esto representa un beneficio económico, ya que optimiza el sistema de compra de medicamentos, reduce el impacto ambiental (se disminuye la cantidad de residuos que se incineran) y brindan mayor seguridad al paciente garantizando el adecuado almacenamiento, uso del medicamento y control efectivo de los vencimientos.

Además, según Cozzarin, cada vez que incorporan una sustancia química o un producto nuevo al centro de salud, lo primero que piensan es cómo lo van a desechar.

Una red global de instituciones verdes 
  • En 2012 se lanzó la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables, una iniciativa de la organización Salud Sin Daño que reúne a hospitales, centros de atención y sistemas de la salud, organizaciones profesionales y académicas vinculadas con el sector que buscan reducir su huella ecológica y promover la salud ambiental pública. 
  • A nivel global son 824 miembros en 48 países. Como cada miembro representa sistemas de salud, estamos hablando de aproximadamente 25.700 hospitales y centros de salud. En la Argentina son 36 los miembros, que representan a 49 hospitales y 203 centros de salud. 
  • La red se sustenta en el compromiso de sus integrantes de poner en práctica la Agenda Global para Hospitales Verdes y Saludables, un marco integral que busca promover una mayor sostenibilidad y salud ambiental en el sector del cuidado de la salud. 
  • En esta misma línea, los esfuerzos están puestos en fortalecer los sistemas de salud a nivel mundial. 
  • A su vez se alienta a mejorar la separación de residuos y establecer una política orientada a la reducción del uso de materiales.
Fuente: La Nación