Rueda de prensa sobre la
COVID-19 celebrada el 25 de marzo de 2020
Buenos días, buenas tardes y buenas noches, dondequiera que
estén.
La pandemia sigue cobrándose un enorme precio, no sólo en lo
que respecta a la salud, sino en tantos otros aspectos de la vida.
Ayer, el Gobierno del Japón y el Comité Olímpico
Internacional tomaron la difícil pero sabia decisión de aplazar los Juegos
Olímpicos y Paralímpicos de este año.
Agradezco al Primer Ministro Abe y a los miembros del COI
este sacrificio, destinado a proteger la salud de los atletas, los espectadores
y el personal.
Aguardamos con ilusión los Juegos Olímpicos y Paralímpicos
del próximo año y esperamos que sean una celebración aún mejor y a mayor escala
de la condición humana que nos une. Deseo sumarme a esa celebración.
Ya hemos superado muchas pandemias y crisis en el pasado.
También superaremos ésta.
La cuestión es a qué precio.
Ya hemos perdido más de 16 000 vidas. Sabemos que perderemos
más; pero cuántas más dependerá de las decisiones que tomemos y de lo que
hagamos ahora.
Para frenar la propagación de la COVID-19, muchos países han
aplicado medidas sin precedentes, que acarrean un importante costo social y
económico: cerrar escuelas y empresas, cancelar eventos deportivos y pedirle a
la población que se quede en casa y tome medidas de protección.
Entendemos que estos países están intentando calibrar cuándo
y cómo podrán suavizar estas medidas.
La respuesta depende de lo que hagan los países mientras
aplican estas medidas al conjunto de la población.
Pedir a la población que se quede en casa y suspender su
circulación permite ganar tiempo y rebajar la presión sobre los sistemas de
salud.
Pero estas medidas no acabarán, por sí solas, con la
epidemia.
El objetivo de estas acciones es que se adopten medidas más
precisas y específicas para detener la transmisión y salvar vidas.
Pedimos a todos los países que están aplicando las medidas
llamadas de «confinamiento» que aprovechen este tiempo para atacar al virus.
Han creado una segunda ventana de oportunidad. La cuestión
es: ¿cómo van a usarla?
Hay seis acciones fundamentales que recomendamos.
Primero: ampliar, capacitar y desplegar al personal
sanitario y de salud pública;
Segundo: poner en marcha un sistema destinado a localizar
cada caso sospechoso a nivel comunitario;
Tercero: aumentar la producción, la capacidad y la
disponibilidad en materia de pruebas de laboratorio;
Cuarto: identificar, adaptar y equipar las instalaciones
destinadas a tratar y a aislar a los pacientes;
Quinto: elaborar un plan y un proceso claros para poner en
cuarentena a los contactos;
Y sexto: revisar toda la gestión gubernamental para
centrarla en contener y controlar la COVID-19.
Estas medidas son la mejor manera de contener y detener la
transmisión, con vistas a que el virus no rebrote cuando se levanten las
restricciones.
Lo que menos le conviene a un país es reabrir escuelas y
empresas para después verse obligado a volver a cerrarlas debido a un rebrote.
Las medidas agresivas para detectar, aislar, realizar
pruebas, tratar y rastrear casos no sólo son la vía más eficaz y rápida para
suspender las restricciones sociales y económicas extremas, sino que también
son la mejor manera de prevenirlas.
Más de 150 países y territorios todavía contabilizan menos
de 100 casos.
Adoptando ahora las mismas medidas agresivas, esos países se
dan la oportunidad de prevenir la transmisión comunitaria y evitar algunos de
los costos sociales y económicos más graves constatados en otros países.
Esto es especialmente importante para muchos países
vulnerables, cuyos sistemas de salud pueden colapsar ante la afluencia de
pacientes, como hemos comprobado en algunos países con transmisión comunitaria.
Hoy me he unido al Secretario General de las Naciones
Unidas, Antonio Guterres, al Secretario General Adjunto de la Oficina de
Coordinación de Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, y a la Directora Ejecutiva
del UNICEF, Henrietta Fore, para lanzar el Llamamiento Humanitario Mundial,
destinado apoyar a los países más frágiles que ya han sufrido años de crisis
humanitarias agudas.
Esto es mucho más que una crisis sanitaria y nos
comprometemos a trabajar como una sola ONU para proteger a las personas más
vulnerables del mundo contra el virus y sus consecuencias.
También celebramos el llamamiento del Secretario General en
favor de un alto el fuego mundial. Todos nos enfrentamos a una amenaza común, y
la única manera de derrotarla es uniéndonos como una única humanidad, ya que
somos una única raza humana.
Estamos agradecidos a las más de 200 000 personas y
organizaciones que han contribuido al Fondo de Respuesta Solidaria a la
COVID-19. Desde que lo pusimos en marcha hace menos de dos semanas, el Fondo ha
recaudado más de US$ 95 millones. Quisiera expresar mi profundo agradecimiento
a GSK por su generosa contribución de US$ 10 millones, realizada hoy mismo.
Aunque nos preocupan especialmente los países vulnerables,
todos los países tienen poblaciones vulnerables, como las personas mayores.
Las personas mayores son portadoras de la sabiduría
colectiva de nuestras sociedades. Son miembros valorados y valiosos de nuestras
familias y comunidades.
Pero corren un mayor riesgo de sufrir las complicaciones más
graves de la COVID-19.
Estamos escuchando a las personas mayores y a quienes
trabajan con y para ellas, para encontrar la mejor manera de apoyarlas.
Debemos trabajar juntos para proteger a las personas mayores
del virus y asegurarnos de que sus necesidades de alimentos, combustible,
medicación recetada e interacción humana estén siendo atendidas.
Distancia física no significa distancia social.
Todos debemos controlar regularmente cómo están nuestros
padres, vecinos, amigos o parientes de edad avanzada, que viven solos o en
residencias, por todos los medios posibles, para que sepan cuanto los queremos
y valoramos.
Todas estas cosas son siempre importantes, pero son aún más
importantes en tiempos de crisis.
Por último, la pandemia de la COVID-19 ha puesto de relieve
la necesidad de comunicar de manera convincente y creativa sobre la salud
pública.
El año pasado, la OMS anunció nuestro primer Festival de
cine Salud para todos. El volumen, la calidad y la diversidad de la
participación superaron con creces nuestras expectativas.
Recibimos más de 1300 aportaciones de 110 países, y hoy
presentamos una selección de 45 excelentes cortometrajes sobre temas de salud
de vital importancia.
También estamos presentando a los miembros del distinguido
jurado, que valorará los cortometrajes y dará a conocer los galardonados en
mayo.
En las próximas semanas emitiremos todas las películas
seleccionadas en nuestra página web y redes sociales.
En estos tiempos difíciles, el cine y otros medios ofrecen
una potente herramienta no sólo para transmitir importantes mensajes sobre la
salud, sino de administrar una de las medicinas más poderosas: la esperanza.
Muchas gracias.
Fuente: OMS