viernes, 3 de octubre de 2014

Medicalización de la vida: qué hay detrás del sueño de tener un fármaco para hacer todo

Cada vez hay más personas que recurren a los medicamentos para hacer casi todo, desde levantarse e ir a trabajar hasta llegar a su casa a dormir. La tendencia genera peligros relacionados con la automedicación. Incluso, puede llegar a hacer que algunos fármacos, como los antibióticos, dejen de ser útiles.

Panacea era el nombre del elixir que según los alquimistas garantizaba la cura de todas las enfermedades. Durante siglos fueron probando fórmulas, pero nunca dieron con él. Con la medicina moderna, la llegada de los medicamentos cambió el paradigma de la salud, y la panacea llegó en forma de pastilla. Pero el sueño de una cura para todos los males sigue siendo eso, un sueño. Aunque desde hace años la tendencia de pensar que existe un fármaco para todos los males vienen creciendo. La medicalización de la vida cotidiana trae riesgos vinculados con la automedicación y el abuso, además de problemas adicionales como la resistencia microbiana. Los especialistas argentinos analizan cómo es vivir pendiente de las pastillas, para dormir, para levantarse, como relacionarse, en definitiva, para hacer todo.

Todos los datos afirman que la suba de medicamentos conocidos como “de estilo de vida” es una tendencia irrefrenable. Encabezan la subida los tranquilizantes, los antidepresivos y los fármacos contra la disfunción eréctil. Recurrir a estos medicamentos tiene que ver muchas veces con problemas reales, pero desde hace tiempo que muchas personas recurren a ellos para afrontar el día a día. Sólo los psicofármacos aumentaron más del 80 por ciento, y es la cara visible del fenómeno. Estos son datos oficiales, ya que el mercado negro también tiene un empuje notable en la materia.

“Los psicofármacos que generan placer son adictivos, provocan la necesidad de volver a utilizarlos. Los médicos no tienen que comportarse como despachantes de recetas sino buscar lo mejor para cada paciente. Mucha gente va al médico o a la farmacia como va al shopping. Somos la piedra inicial de pacientes adictivos”, explicó Enrique Casal, director de Casa Médica Centrada en el Paciente, en una nota publicada por laa revista Veintitrés.

Por su parte, Alfredo Thomson, de la Fundación Favaloro, explica que “el cerebro es un órgano complejo con múltiples circuitos neuronales (celulares), entre ellos el de la ‘recompensa’, que está implicado entre otra cosas, en las adicciones. Hasta el día de hoy no conocemos integralmente el funcionamiento de nuestro cerebro. Esto es diferente a que una persona vaya a un profesional a pedir ayuda. Es el profesional quien debe decidir, de acuerdo a su conocimiento y experiencia, si la persona requiere tratamiento farmacológico, psicoterapéutico o ambos. Los psicofármacos han sido desarrollados en estudios controlados, aleatorizados y sometidos a su aprobación por las autoridades regulatorias de Estados Unidos, Europa y Japón. Y ANMAT adscribe a la aprobación de estas agencias”.

La automedicación no sólo hace referencia a los medicamentos bajo receta. El Magnus G –conocido popularmente como viagra femenino– es un suplemento dietario de venta libre y sin embargo no debería tomarlo cualquier mujer. Lo mismo ocurre con el Viagra (sildenafil) cuya venta está indicada bajo receta pero en la práctica cualquiera puede acceder a la píldora sin consentimiento médico. Verónica Barrera, especialista en recuperación de piso pelviano relacionado con los temas del deseo y sexualidad, dice: “Magnus G ayuda en la vida moderna, donde la mujer tiene que ocuparse del trabajo y la casa y muchas veces no tiene energía para potenciar su deseo sexual. Si bien es de venta libre, eso no significa que haya que comprarlo compulsivamente sin consultar a un especialista. Tiene ginseng, ginkgo, vitamina C, vitamina E, arándanos y L-Arginina. Un hipertenso que no está medicado no debería tomar ginseng ni ginkgo, porque aumentaría su tensión arterial. Nadie debiera tomar remedios sin consultar a un médico. Nada es inocuo, ni siquiera el té de yuyos. Que un suplemento dietario sea de venta libre no quiere decir que carezca de efectos adversos”.

Además de la automedicación, uno de los problemas de esta medicalización es la resistencia microbiana, que hace que algunos antibióticos dejen de tener efecto. Según Marcelo Cetkovich Bakmas, jefe del Departamento de Psiquiatría de Ineco y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, “el abuso de antibióticos produce resistencia terapéutica complicando severamente el tratamiento de los cuadros infecciosos. En el caso de los psicofármacos, los riesgos de la automedicación tienen que ver con la posibilidad de desarrollar una conducta adictiva, la cual se da sobre todo con los ansiolíticos. Estos medicamentos experimentan una gran tendencia al uso no supervisado, justamente por su gran eficacia para controlar los síntomas de la ansiedad. No es bueno medicalizar los avatares de la vida, pero no hay duda de que este grupo de medicamentos producen alivio sintomático a una enorme cantidad de personas que padecen trastornos. El uso abusivo y sin control puede producir trastornos cognitivos, siendo este el principal riesgo. Sabemos que en nuestro país el uso de psicofármacos, sobre todo benzodiazepinas ansiolíticas, es muy alto”.

Por último, los problemas sexuales muchas veces se resuelven con terapia –individual o de pareja–, pero involucrarse en un tratamiento psicológico requiere tiempo, los resultados nunca son inmediatos y no todos quieren esperar a que la solución decante. Respecto del viagra, Barrera dice que “hay muchas patologías incompatibles con el sildenafil y si un médico no lo receta la persona puede pasar un mal momento. Además, genera dependencia física. El órgano sexual está directamente relacionado con el cerebro. La gente vive estresada, quizá por eso se observa cada vez más que los jóvenes recurren al Viagra. En el hospital lo piden los residentes, es una locura”. Las cifras hablan por sí solas: en agosto de 2001 se vendieron 50 mil comprimidos de Magnus, el sildenafil que comercializa el laboratorio Sidus, y sólo en agosto de 2014 las ventas alcanzaron el millón de unidades, un aumento del 1.900 por ciento.

Fuente: Mirada Profesional