Cada vez hay más personas que
recurren a los medicamentos para hacer casi todo, desde levantarse e ir a
trabajar hasta llegar a su casa a dormir. La tendencia genera peligros
relacionados con la automedicación. Incluso, puede llegar a hacer que algunos
fármacos, como los antibióticos, dejen de ser útiles.

Todos los datos afirman que la suba de medicamentos
conocidos como “de estilo de vida” es una tendencia irrefrenable. Encabezan la
subida los tranquilizantes, los antidepresivos y los fármacos contra la
disfunción eréctil. Recurrir a estos medicamentos tiene que ver muchas veces
con problemas reales, pero desde hace tiempo que muchas personas recurren a
ellos para afrontar el día a día. Sólo los psicofármacos aumentaron más del 80
por ciento, y es la cara visible del fenómeno. Estos son datos oficiales, ya
que el mercado negro también tiene un empuje notable en la materia.
“Los psicofármacos que generan placer son adictivos,
provocan la necesidad de volver a utilizarlos. Los médicos no tienen que
comportarse como despachantes de recetas sino buscar lo mejor para cada
paciente. Mucha gente va al médico o a la farmacia como va al shopping. Somos
la piedra inicial de pacientes adictivos”, explicó Enrique Casal, director de
Casa Médica Centrada en el Paciente, en una nota publicada por laa revista
Veintitrés.
Por su parte, Alfredo Thomson, de la Fundación Favaloro,
explica que “el cerebro es un órgano complejo con múltiples circuitos
neuronales (celulares), entre ellos el de la ‘recompensa’, que está implicado
entre otra cosas, en las adicciones. Hasta el día de hoy no conocemos
integralmente el funcionamiento de nuestro cerebro. Esto es diferente a que una
persona vaya a un profesional a pedir ayuda. Es el profesional quien debe
decidir, de acuerdo a su conocimiento y experiencia, si la persona requiere
tratamiento farmacológico, psicoterapéutico o ambos. Los psicofármacos han sido
desarrollados en estudios controlados, aleatorizados y sometidos a su
aprobación por las autoridades regulatorias de Estados Unidos, Europa y Japón.
Y ANMAT adscribe a la aprobación de estas agencias”.
La automedicación no sólo hace referencia a los medicamentos
bajo receta. El Magnus G –conocido popularmente como viagra femenino– es un
suplemento dietario de venta libre y sin embargo no debería tomarlo cualquier
mujer. Lo mismo ocurre con el Viagra (sildenafil) cuya venta está indicada bajo
receta pero en la
práctica cualquiera puede acceder a la píldora sin consentimiento médico.
Verónica Barrera, especialista en recuperación de piso pelviano relacionado con
los temas del deseo y sexualidad, dice: “Magnus G ayuda en la vida moderna,
donde la mujer tiene que ocuparse del trabajo y la casa y muchas veces no tiene
energía para potenciar su deseo sexual. Si bien es de venta libre, eso no
significa que haya que comprarlo compulsivamente sin consultar a un
especialista. Tiene ginseng, ginkgo, vitamina C, vitamina E, arándanos y
L-Arginina. Un hipertenso que no está medicado no debería tomar ginseng ni
ginkgo, porque aumentaría su tensión arterial. Nadie debiera tomar remedios sin
consultar a un médico. Nada es inocuo, ni siquiera el té de yuyos. Que un
suplemento dietario sea de venta libre no quiere decir que carezca de efectos
adversos”.
Además de la automedicación, uno de los problemas de esta
medicalización es la resistencia microbiana, que hace que algunos antibióticos
dejen de tener efecto. Según Marcelo Cetkovich Bakmas, jefe del Departamento de
Psiquiatría de Ineco y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro,
“el abuso de antibióticos produce resistencia terapéutica complicando
severamente el tratamiento de los cuadros infecciosos. En el caso de los
psicofármacos, los riesgos de la automedicación tienen que ver con la
posibilidad de desarrollar una conducta adictiva, la cual se da sobre todo con
los ansiolíticos. Estos medicamentos experimentan una gran tendencia al uso no
supervisado, justamente por su gran eficacia para controlar los síntomas de la
ansiedad. No es bueno medicalizar los avatares de la vida, pero no hay duda de
que este grupo de medicamentos producen alivio sintomático a una enorme
cantidad de personas que padecen trastornos. El uso abusivo y sin control puede
producir trastornos cognitivos, siendo este el principal riesgo. Sabemos que en
nuestro país el uso de psicofármacos, sobre todo benzodiazepinas ansiolíticas,
es muy alto”.
Por último, los problemas sexuales muchas veces se resuelven
con terapia –individual o de pareja–, pero involucrarse en un tratamiento
psicológico requiere tiempo, los resultados nunca son inmediatos y no todos
quieren esperar a que la solución decante. Respecto del viagra, Barrera dice
que “hay muchas patologías incompatibles con el sildenafil y si un médico no lo
receta la persona puede pasar un mal momento. Además, genera dependencia
física. El órgano sexual está directamente relacionado con el cerebro. La gente
vive estresada, quizá por eso se observa cada vez más que los jóvenes recurren
al Viagra. En el hospital lo piden los residentes, es una locura”. Las cifras
hablan por sí solas: en agosto de 2001 se vendieron 50 mil comprimidos de
Magnus, el sildenafil que comercializa el laboratorio Sidus, y sólo en agosto
de 2014 las ventas alcanzaron el millón de unidades, un aumento del 1.900 por
ciento.
Fuente: Mirada Profesional