Adolfo Rubinstein asumió la pasada semana, y está a cargo de la
cartera sanitaria. En una entrevista exclusiva con Infobae, adelantó los
principales lineamientos que se propone desarrollar. Cómo planea terminar con
la obesidad infantil, cuál es la situación sanitaria de cara a una nueva
"temporada de dengue" y cómo sensibilizar a la sociedad para promover
la donación de órganos.
Adolfo Rubinstein es médico recibido con honores de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en 1982. Además,
se graduó como Magister en Epidemiología Clínica en la Escuela de Salud Pública
de Harvard en 1996 y doctor en Medicina con orientación en Salud Pública de la
UBA en 2001.
Luego de una vasta carrera en el mundo de la salud, que
incluye una graduación también en Economía de la Salud, desde febrero ocupaba
el cargo de secretario de Salud, Prevención y Control de Riesgos del Ministerio
de Salud. Y esta semana asumió al frente de la cartera sanitaria, tras la
salida de Jorge Lemus.
Para una entrevista exclusiva, Infobae se acercó a su
oficina en el edificio de la Avenida 9 de Julio y Belgrano, donde funciona el
Ministerio de Salud.
"Durante los próximos dos años, tengo como objetivo
desarrollar tres grandes ejes estratégicos -comenzó a explicar Rubinstein-.
La Cobertura Universal de Salud apunta a que la gente pueda tener acceso a los servicios que necesita en tiempo y forma y sin tener que afrontar riesgos financieros.
Y detalló: "El primero es acercar los servicios de
salud a la gente, particularmente a los estratos sociales más bajos, a la
población más vulnerable y a aquellos que tienen sólo cobertura pública
exclusiva. Y esto lo vamos a hacer a través de la Cobertura Universal de
Salud".
En la Argentina el 100% de la población tiene acceso a los
servicios de salud pública. Pero de esa totalidad, hay un 70% que tiene
cobertura de obras sociales o empresas de medicina prepaga y un 30% no tiene
obra social. "Esa gente, si bien tiene garantizado el acceso a la salud,
muchas veces no tiene acceso a la atención de su problema de salud en tiempo y
forma como si tuviera una cobertura privada", reconoció el funcionario,
quien detalló que "en términos conceptuales, la cobertura universal apunta
a que la gente pueda tener acceso a los servicios que necesita en tiempo y
forma y sin tener que afrontar riesgos financieros".
"Lo que pretende la Cobertura Universal es comenzar a
igualar la calidad de los servicios de salud. Que no haya una atención de la
salud para los que tienen un trabajo formal y otra distinta para quienes no
tienen trabajo formal -ahondó-. El punto es tratar de llegar a un sistema de
modo que todos tengamos garantizado no sólo el acceso, sino la cobertura de
calidad cuando la necesitemos en tiempo y forma".
"Es un camino que hay que recorrer. Comenzó con una
experiencia piloto en Guaymallén, Mendoza, para probar todo lo que tiene que
ver con mejoramiento de las tecnologías, de los sistemas de implementación, que
la gente reconozca el centro de salud como un lugar de referencia",
manifestó, en referencia a que el plan apunta a modernizar los servicios de
salud, y que, por ejemplo, alguien, con tan sólo su DNI, pueda tener una
historia clínica electrónica, hacer teleconsultas y que no deba ir al hospital
a las 5 de la mañana para ser atendido.
Sobre su segundo eje estratégico, Rubinstein destacó que
buscará cerrar las brechas de inequidad que hoy todavía existen en la atención
de determinadas enfermedades: "Es inadmisible que existan diferencias
enormes entre el tiempo que media entre el diagnóstico y el tratamiento de algunos
tipos de cáncer, o el infarto u otras condiciones muy serias que amenazan la
vida o pueden producir un deterioro importante de la calidad de vida",
subrayó, e hizo hincapié en que "no es aceptable que haya diferencias
entre unas provincias y otras, o entre diferentes obras sociales".
Es inadmisible que existan diferencias enormes entre el tiempo que media entre el diagnóstico y el tratamiento de algunos tipos de cáncer, o el infarto u otras condiciones muy serias que amenazan la vida.
En tanto, manifestó que su tercer eje busca "comenzar a
trabajar fuerte en el fortalecimiento de la prevención a todos los
niveles". Y esto se logrará -a su entender- "a través de políticas
públicas o a través de intervenciones públicas".
En lo que a políticas públicas se refiere, el ministro hizo
un alto para referirse a lo que llaman "nuevas enfermedades de la
pobreza", como son la malnutrición y las enfermedades crónicas. "En
este sentido, el objetivo más importante hoy es detener la epidemia de obesidad
y particularmente de la obesidad infantil en la Argentina", aseguró.
"El gran problema que enfrenta hoy toda la sociedad es
la malnutrición, la mala alimentación, y eso conduce al sobrepeso y a la
obesidad, condiciones que a su vez llevan al aumento de la diabetes, de la
enfermedad cardiovascular y del cáncer", precisó Rubinstein, y enfatizó:
"Y eso está revirtiendo las ganancias de expectativa de vida que la
Argentina había tenido en las últimas décadas".
Para él, "el tema más preocupante es que esta epidemia
se concentra cada vez más en los chicos, lo cual amenaza la salud futura de las
próximas generaciones".
Y tras asegurar que hay mucha evidencia científica y muchas
maneras de revertir esta epidemia, destacó que "algunas están hoy en la
agenda política argentina, como por ejemplo el impuesto a las bebidas
azucaradas".
"La Argentina es el país que más bebidas azucaradas per
cápita consume en el mundo. Es un país donde aumentó la epidemia de obesidad
más de 40% en los últimos siete u ocho años, y donde existe la mayor frecuencia
de obesidad en los menores de cinco años". Luego de exponer esas cifras,
el funcionario mencionó las medidas que dispone para hacer frente a ese
fenómeno.
En la Argentina, la epidemia de obesidad aumentó más de 40% en los últimos siete u ocho años.
– El impuesto y demás políticas fiscales que desalienten el
consumo de bebidas azucaradas para que se sustituyan con agua segura.
– Políticas que tienen que ver con el etiquetado de los
alimentos, el etiquetado frontal, las advertencias sanitarias de aquellos
alimentos que no son saludables porque son altos en azúcares o grasas. Hay
muchos países que avanzaron fuertemente en este sentido, como Chile, Brasil,
próximamente Uruguay.
– Promover entornos escolares saludables. Y no se trata sólo
del kiosco saludable, si no que en los alrededores de los colegios haya oferta
de frutas, y que además se eduque a los padres.
– La restricción a las políticas de marketing y publicidad
en los horarios que los chicos ven televisión, o en las redes sociales.
"Todas esas son medidas que articuladas pueden
contribuir a detener, ni siquiera reducir, esta epidemia. Hay evidencia
científica contundente del éxito que han tenido estas estrategias para reducir
el consumo de alimentos no saludables", subrayó, y ejemplificó: "En
México, que implementó hace tres años el impuesto a las bebidas azucaradas, lo
primero que se observó es una reducción en el consumo y esto impactará en la
reducción de la diabetes, pero para que esto se produzca se necesita un
tiempo".
Verano y dengue, un tema siempre presente
"Se hizo todo lo que se tiene que hacer para asegurar
que estén los reactivos, los equipamientos, los móviles, los insecticidas, los
insumos necesarios para poder ejecutar e implementar las estrategias de
producirse un brote", respondió el ministro ante la consulta sobre la
situación sanitaria de cara a una nueva temporada estival.
"Hemos trabajado durante todo el año con las
provincias, desde el descacharramiento hasta todas las estrategias de
concientización de la población, ya que esto no solamente depende de nosotros,
depende de que lleguemos a sensibilizar a la gente y creo que eso lo estamos
logrando", aseguró.
Y tras destacar que "afortunadamente, a esta semana, no
hay circulación del virus", reconoció que "la realidad también es que
el mosquito no reconoce fronteras geográficas y si en Paraguay, Brasil o
Bolivia hay mosquitos hay poco por hacer, más allá de las estrategias de
bloqueo". "Hemos hecho todo lo posible y estamos en constante alerta
de vigilancia estricta", reforzó.
En ese sentido, adelantó que en breve se desarrollará una
nueva reunión del Consejo Federal de Salud (CoFeSa), que por primera vez
después de varios años volverá a realizarse en el interior, en Salta.
"Vamos a tener una reunión especial con los ministros de Salud de las
provincias para ver cómo abordaremos el verano. Y la semana próxima hay un
encuentro de ministros de Salud del Mercosur en Foz de Iguazú, donde también se
hablará de estos temas", anticipó.
En el caso de Justina fue muy importante el mensaje que se dio. Pero no puede ser que eso ocurra como una respuesta episódica
"La campaña de Justina" y la deuda pendiente de la
donación de órganos
"La Argentina progresó en materia de donación de
órganos, aunque no todavía lo suficiente. En Latinoamérica la tasa de
trasplantes es baja en general, pero la Argentina es de las más altas de la
región", comenzó a desarrollar el ministro, consultado sobre cómo la
muerte de la pequeña Justina Lo Cane volvió a poner de manifiesto todo lo que
falta hacer en materia de donación de órganos.
Para Rubinstein, "hubo un cambio a partir de la Ley de
donante presunto", que -en resumidas cuentas- obliga a toda persona mayor
de 18 años a donar sus órganos salvo que haya dejado constancia expresa de su
oposición. "Uno ahora tiene que decir que niega la donación, aunque en el
momento del fallecimiento siempre se consulta a la familia. Pero lo positivo es
que hubo una disminución del rechazo a la donación", reconoció.
Y luego de admitir que el país todavía está lejos de países
como España, que tiene una tasa de donantes de 100 por millón de habitantes,
frente a los 13 o 14 locales, consideró que "hay un enorme camino por recorrer"
y que "en el caso de Justina, fue muy importante el mensaje que se dio.
Pero no puede ser que eso ocurra como una respuesta episódica, se tiene que
mantener con políticas y eso es lo que vamos a hacer".
Fuente: Infobae