Las personas
recluidas en las cárceles del país están más expuestas al VIH, sífilis,
hepatitis B y C, y tuberculosis. De hecho, un nuevo estudio realizado en
prisiones federales por el Ministerio de Salud de la Nación, con el apoyo de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), muestra que el número de casos en
esta población es mayor y las conductas de riesgo, como la falta de uso de
preservativo, son frecuentes. Muchos de los reclusos, además, admiten
desconocer si contrajeron alguna de estas afecciones.
Aún en contexto de encierro, el 85% de las personas
recluidas en cárceles federales continúa teniendo una vida sexual activa, ya
sea con personas que viven extramuros o con compañeros de detención, según
establece el análisis, que también cuenta con el apoyo de ONUSIDA y de la
Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
La falta de uso del preservativo es particularmente elevada
en algunos grupos, como en las personas de 40 años o más. Y sólo el 16,5% de
los que el año previo al estudio mantuvieron actividad sexual, lo hicieron
siempre con condón. Las razones más aducidas para no utilizar el preservativo
fueron la “confianza” en la otra persona y el hecho de que aquella sea alguien
conocido.
Las prácticas de riesgo también están relacionadas al uso
compartido de elementos de afeitar o depilar en su vida cotidiana dentro del
penal, tal como reconoció el 19,6% de los detenidos.
La investigación se desarrolló en dependencias del Sistema
Penitenciario Federal (SPF) a través de una encuesta de la que participaron
2.277 personas y de la extracción de muestras de sangre a la mayoría de los
consultados para estimar la cantidad de casos de VIH, sífilis, tuberculosis,
hepatitis B y C.
Buena parte de los encuestados indicaron desconocer su
condición respecto de estas enfermedades, pese a que varios de ellos aseguran
que les hicieron los estudios. Alrededor del 60% de aquellos a quienes se les
realizó un test de VIH desconocen el resultado, una cifra a tener en cuenta en
momentos en que en Argentina un 30 por ciento de las personas que tienen el
virus, lo desconoce, según estimaciones oficiales.
En tanto, los casos de sífilis llegan al 6,8% entre los
reclusos, aunque el porcentaje entre las mujeres casi duplica al de los varones
(11,2% y 6,4%, respectivamente). El 0,51% de los detenidos tenían hepatitis B
crónica y el 3,3%, hepatitis C, al momento de la investigación. Respecto de la
tuberculosis, frente a una tasa de la población general del país de 20 cada
100.000 personas, en las unidades del SPF se detectó una incidencia de 29,6 cada
100.000.
El análisis refleja asimismo resultados en relación al
consumo de drogas, lo cual puede aumentar el riesgo de contraer enfermedades de
transmisión sexual o infecciosas. Una de cada cinco personas recluidas
reconoció haber probado el paco y haberlo consumido con variada frecuencia a lo
largo de su vida.
La marihuana aparece como la sustancia de mayor consumo:
56,9% de los detenidos la consumió alguna vez en la vida y el 45,3% los meses
previos a la realización de este estudio. Le siguen la cocaína inhalada (47,9%
la consumió al menos una vez en la vida y el 30,6% en los meses previos al
relevamiento). También existe un alto consumo de tranquilizantes, el cual
aumenta en relación directa al tiempo de detención.
Fuente: Organización Panamericana de la Salud