En un clima distendido pero no exento de pasión, Alberto
Kornblihtt, Mariana Romero, Graciela Moya y Ernesto Beruti dialogaron desde
distintas perspectivas sobre un tema que divide a la opinión pública y empieza
a ser discutido en el Congreso.
¿Cuándo comienza la vida? ¿A partir de cuándo esa vida que
comienza debe ser considerada una persona? ¿Y qué pesan más: los derechos de
esa vida o los de la mujer que la alberga en su vientre? Tres preguntas que
resultan esenciales para fijar una posición en favor o en contra de la
despenalización del aborto.
A lo largo de las próximas semanas, más de 700 especialistas
intentarán responderlas ante un plenario de comisiones de la Cámara de
Diputados, que baraja ocho proyectos de ley sobre este tema, de cara a un
posterior tratamiento en el recinto, en junio próximo.
La cuestión no es sencilla, ya que las posiciones en juego
son antagónicas. Pero, dejando a un lado las convicciones personales,
filosóficas o religiosas, ¿qué tiene para aportar al debate la evidencia
concreta que puede recogerse en un laboratorio o en el pasillo de un hospital?
Con estas inquietudes, la nacion invitó a dialogar a Alberto
Kornblihtt, investigador del Conicet y director del Instituto de Fisiología,
Biología Molecular y Neurociencias; Graciela Moya, médica, especialista en
genética médica; Ernesto Beruti, obstetra y jefe de Obstetricia del Hospital
Austral, y Mariana Romero, médica, investigadora titular del Área Salud,
Economía y Sociedad del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y
cocoordinadora del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva.
Los cuatro especialistas dialogaron durante casi dos horas,
reflejando un detalle para nada menor, que también perciben quienes siguen el
debate público de las últimas semanas: las coincidencias y las disidencias
siempre son más constructivas cuando pueden darse en un marco de seriedad y
respeto mutuo.
LN: ¿Cuándo empieza la vida para cada uno de ustedes?
Ernesto Beruti: El conocimiento científico actual permite
afirmar con certeza que la vida humana comienza en el instante de la
fertilización del óvulo por el espermatozoide. Al formarse el huevo o cigoto,
que es la primera célula, ya está presente la información genética, distinta de
la del padre y la madre. Yo estuve 18 años en un hospital público, en la
Maternidad Sardá, y como médico obstetra he tenido la posibilidad de ver y
atender a un montón de mujeres que han perdido espontáneamente su embarazo.
Cuando llegaban con hemorragia a la guardia, con algún dolor y veíamos que, al
revisarlas, perdían el embrión, ese embrión tenía todas las características de
un ser humano.
Mariana Romero: El inicio de la vida humana no es un campo
que esté absolutamente consensuado. ¿Por qué, entonces, estoy a favor de la
despenalización del aborto? Porque pienso en lo que muchas mujeres atraviesan
en estas situaciones y entiendo que, además, la ley hace una ponderación
gradual del valor de la vida humana. Por eso la pena por un aborto ilegal es
distinta de la de un asesinato.
Graciela Moya: No podemos escapar de nuestra biología. La
vida humana empieza en el mismo momento de la fecundación. Ahí comienza una
cascada de eventos biológicos, bioquímicos y moleculares que, a no ser que se
frenen por una cuestión externa o por un proceso patológico propio del embrión,
continúan en un proceso que mantiene la misma dinámica hasta la muerte natural.
El otro punto es definir desde cuándo uno le va a dar un significado moral y
desde cuándo lo va a respetar. Prestarse a una definición de persona según lo
legal me parece erróneo. Eso cambia con el tiempo y con las culturas. La cuestión
es filosófica: por qué elegimos proteger a algunas personas y no a otras. Si lo
hacemos desde lo funcional, el día en que nosotros perdamos nuestras funciones
mentales superiores, ¿vamos a dejar de ser personas?
Alberto Kornblihtt: Como no nos vamos a poner de acuerdo con
el estatus del embrión, diré que la vida es la definición biológica de lo que
es una célula viva. Una célula viva es una célula que cumple con dos funciones:
metabolismo y replicación. Son las dos funciones esenciales de la vida. Los espermatozoides
que un varón eyacula en la pileta están vivos. Los óvulos que caen cada vez que
hay una menstruación están vivos. Si te amputan un brazo, sus células estarán
vivas durante un tiempo. Voy a ser un poco duro: un embrión en el vientre de
una madre se parece más a un órgano de la madre que a un ser independiente. El
hecho de que la ley penalice el aborto con tres a cinco años de prisión como
máximo delata que lo que está creciendo en el vientre de la madre no es lo
mismo que una persona que es asesinada. No puedo decirte en dónde comienza la
vida humana porque, para mí, el concepto de vida humana es una convención. Una
convención de los médicos, de los juristas.
MR: Bueno, es una convención social también. Porque las
leyes son convenciones. Son acuerdos que la sociedad hace para no ir a la
guerra. Para no matarnos entre todos.
AK: Podemos diferir sobre el estatus del embrión. Lo que
para mí está claro es que, así sea un humano en potencia o en crecimiento, un
embrión no es lo mismo que un bebé.
EB: No estoy de acuerdo, porque la única variable es el
tiempo.
AK: No. Es la dependencia de la madre.
EB: Dale tiempo a este embrión de ocho semanas, no le hagas
nada, dejalo, y vas a ver cómo en el ciento por ciento de los casos, salvo que
haya una patología, llegará a ser un bebé.
MR: Pensemos en esto que dijo el doctor: "Dejalo. Es
una cuestión de tiempo". No es dejarlo. Es dejarlo adentro de una mujer
que, durante nueve meses, va a actuar como una incubadora. Las mujeres no somos
eso. No somos un recipiente para llevar adelante un embarazo. Nada de eso nos
es inocuo.
EB: Pero es un ser vivo.
MR: Y las mujeres también.
EB: Obvio. Por eso mismo cuidemos a las dos. ¿Por qué
priorizar a uno sobre otro?
AK: Entonces, ¿por qué no se castiga el aborto con penas más
graves si ese ser vivo está indefenso?
EB: En el Código Penal el aborto está contemplado entre los
delitos contra la vida.
GM: Es un consenso que se tomó en un momento.
AK: Según ese consenso, el embrión no es lo mismo que un ser
humano.
GM: Nosotros teníamos una ley, por consenso, según la cual
la esclavitud era buena. A lo que voy es que quizás en doscientos años se diga:
"Mirá a estos que mataban a los fetos y a los embriones, qué
desastre".
AK: Bueno, también hay sociedades en las que matan a las
niñas recién nacidas porque quieren el varón. Por eso, pensando en la cantidad
de mujeres que, por hacerse abortos en lugares inadecuados, tienen infecciones;
en la cantidad de adolescentes que, por no abortar, tienen que llevar un
embarazo a término y criar a un bebé cuando todavía son niñas o darlo en
adopción en condiciones ilegales; en la cantidad de genetistas que hacen
diagnóstico prenatal, detectan que el embrión va a nacer con una enfermedad no
curable y se lavan las manos al no recomendar la interrupción del embarazo; en
la cantidad de situaciones en las que se sabe que ese embrión va a nacer mal
aún sin un diagnóstico genético, pedimos a aquellos que tienen convicciones
filosóficas o religiosas respecto de lo que llaman comienzo de la vida humana
que respeten a los que tenemos otras concepciones. Porque no hay un absoluto.
EB: ¿Sabés que pasa, Alberto? Lo que me pasó a mí toda la
vida es que después de ver esto [muestra la foto de un embrión humano] no me
puedo convencer de lo contrario. Yo ni siquiera tenía una idea formada sobre el
aborto, pero cuando empecé la residencia.
AK: Eso es subjetivo. Ahí yo veo caracteres antropomórficos,
pero no puedo imaginar que eso es una persona.
EB: Pero, mirá los dedos de la mano, los de los pies. Los
ojos, la cabeza. Esto para mi confirma que es una persona, y no un embrión de
pollo.
AK: No. Es un embrión de humano.
EB: Claro, pero esto para mí es fuerte. Es lo que viví toda
mi vida.
AK: Pero ¿no te resultaría fuerte pensar que esos embriones
humanos e incluso los fetos hasta el día del nacimiento no están comiendo por
la boca y no están respirando por sus pulmones? Dependen totalmente de la
placenta; hasta sus posibles infecciones son prevenidas por anticuerpos de la
madre y, en el momento del parto, se produce un cambio brusco, casi dramático,
del cual, por suerte, no tenemos memoria. El shock que debe significar para ese
feto que nació y se convierte en bebé pasar a ventilar, porque la palabra correcta
no es respirar sino ventilar, y pasar a alimentarse por su sistema digestivo.
Es un cambio tan fundamental, tan brusco, que marca un antes y un después.
Entonces, para mí no es lo mismo un bebé que este embrión.
LN: ¿Qué debería ofrecer el Estado para que disminuya la
cantidad de embarazos no deseados?
EB: En la Argentina tenemos un montón de embarazos
adolescentes porque falla una educación sexual integral, falla la prevención;
tenemos muchas mujeres embarazadas en situación de extrema pobreza porque no
hemos trabajado lo suficiente para darles a estas mujeres una atención de
calidad tanto en materia educativa como sanitaria.
AK: ¿Cual sería la prevención? ¿Anticonceptivos?
EB: Sí, obvio que sí.
AK: ¿Ustedes están de acuerdo con el uso del preservativo?
GM: Con el uso del preservativo y con la planificación
familiar.
EB: La religión católica todavía no permite la
anticoncepción artificial, pero no se puede imponer a toda la sociedad la
postura de la Iglesia.
AK: Sin embargo, la Iglesia tiene la misma posición respecto
de la interrupción precoz del embarazo. ¿Ahí debe ser oída?
GM: La Iglesia también está en contra de la pena de muerte,
tiene el Observatorio de la Deuda Social, está en contra de la pobreza, tiene
una posición sobre muchos temas.
EB: Creo que hay alternativas para salvar las dos vidas.
¿Por qué tenemos que pensar que la única es el aborto? La solución exprés del
aborto, rápida y efectiva, no es solución.
MR: El aborto ocurre igual. Y viene ocurriendo. Este país
fue de los últimos países de América Latina en tener una ley de salud sexual y
procreación responsable que nos permite poder ir a un hospital público, pedir
un anticonceptivo y obtenerlo sin costo. Tenemos una ley de educación sexual
integral, aunque se implementa con dificultades. Ahora, junto con eso, queremos
ofrecer aborto legal y seguro. Es ofrecerle la posibilidad a una mujer que tomó
la decisión de hacerlo de forma segura. Si tengo una ley que me ampara y dice
que tengo derecho porque es un riesgo para la salud, y la salud es
biopsicosocial, ¿por qué pedirle a una mujer que continúe un embarazo si no lo
quiere?
AK: Mientras te escuchaba, yo pensaba: pero entonces es peor
aún, porque parece ser que por estas concepciones de cuándo comienza la vida
humana la mujer se convierte en una esclava de ese embrión.
MR: Exacto.
BK: Es una esclava del embrión y no tiene libertad para
decidir sobre su propio cuerpo ante la pena social, cultural, religiosa.
Además, le pesa la idea de que estaría cometiendo un asesinato. Eso es
terrible. Muchos médicos tratan mal a estas mujeres, sobre todo si son de
clases bajas y tienen piel oscura, como si fueran unas sucias por haber quedado
embarazadas. Entonces, tienen que soportar ese embarazo, esa carga, por el
pecado que cometieron. Y estamos en el siglo XXI...
GM: Por más que yo no aborte, también me pueden tratar mal
por ser morocha, o por ser extranjera, o por hablar raro, o por tener una
discapacidad, o por tener cualquier otro problema que no le parezca agradable
al otro. Entonces, cuando hay un feto con una enfermedad, por ejemplo un
síndrome de Down, hay mucha gente que no lo quiere tener. Hay países como
Francia, donde el 95% de los fetos con síndrome de Down se abortan.
AK: Pero el Estado no obliga a abortar.
GM: Así es, ofrece la posibilidad, pero la cuestión es que
no mira a las personas con dificultad como personas que necesitan más cuidado y
más protección que otras. Entonces, si el médico maltrata a la morocha o a la
mujer que es pobre, estaríamos teniendo esa misma postura cuando decimos que el
feto con síndrome de Down no merece vivir.
MR: Los 500.000 abortos que estimamos una década atrás no
son de mujeres que tienen un feto o un embrión con un problema genético. Son
mujeres que atravesaron problemas en su vida. Son mujeres que dijeron: "No
puedo. No puedo tenerlo y no quiero".
GM: No tienen la contención necesaria. La primer causa en
las mujeres que buscan un aborto procurado es la coerción. La presión de los
padres, de la pareja, el hecho de estar solas. Son todas cuestiones sociales.
AK: Sería bueno que se entienda que cuando hay un
diagnóstico prenatal que dice que el bebé va a nacer con alguna discapacidad
quizás no mortal nunca es el Estado o los médicos los que aconsejan
compulsivamente el aborto.
EB: Bueno, pero ustedes saben que la ley que ahora se
propone habla en su artículo primero de que la mujer tiene el derecho de optar
libremente por el embarazo hasta las catorce semanas. Después dice que, pasado
este plazo, la mujer tendrá derecho a la interrupción legal de su embarazo en
tres situaciones: malformaciones fetales graves, en caso de violación y en caso
de peligro para la salud o la vida de la madre, y este peligro para la salud
puede ser físico, psíquico y social. Entonces, pregunto: ¿qué pasa con una
mujer que está embarazada de treinta semanas, que se pelea con el marido y el
marido se va con otra, desaparece, y de pronto ella dice: "Ah, me dejó mi
marido, a este chico no lo voy a tener"?
MR: Este país está lleno de hogares monoparentales. Según el
último censo, más del 30% de los hogares lo son, y muchos están sostenidos por
una mujer que tiene hijos a cargo. Por favor, no pensemos que las mujeres
tomamos tan livianamente esas decisiones.
EB: Como quieras, pero estaría en su derecho a hacerlo,
porque la ley la ampararía.
MR: Hoy no es así. Hemos judicializado situaciones de
adolescentes violadas con denuncia judicial hecha, donde no acceden a la
interrupción legal del embarazo.
LN: Precisamente, iba a preguntarles si hoy se aplica el protocolo
que autoriza el aborto en determinados casos.
MR: Se aplica relativamente. Diría que se aplica más de lo
que se aplicaba antes, que no teníamos protocolo. Hoy vamos por el tercer
protocolo nacional, y existen provinciales.
AK: Ahora, ¿es cierto que una mujer violada puede abortar
legalmente?
MR: Absolutamente.
AK: Entonces yo les pregunto a ustedes [por Moya y Beruti],
¿qué tiene de particular esa vida humana por el hecho de provenir de una
violación? No me refiero al pudor o al daño causado por la violación sobre la
madre. Me refiero a la criatura en potencia.
GM: Hay dos víctimas en ese caso.
EB: ¿Qué culpa tiene ese bebe?
AK: Bueno, por eso. ¿Hay que matarlo, según ustedes?
GM: No, no estoy de acuerdo.
EB: Tampoco yo. Para nada.
AK: Es decir, que no solo no habría que votar la ley
propuesta, sino además cambiar la que existe.
GM: Primero, habría que hacer lo posible para que esa mujer
no sea violada.
EB: Yo te pregunto, ¿qué culpa tiene ese ser que se está
gestando?
GM: Es que hay dos víctimas, insisto. En estos casos,
además, no se guarda el ADN del feto y se sigue favoreciendo la violencia
contra la mujer, porque tampoco se denuncia y se busca al violador, cuando
sabemos que el 70% de las violaciones ocurren en el ámbito familiar. Entonces,
a esa mujer uno le hace el aborto y la devuelve al mismo grupo. Y esta ley
permite el aborto en niñas de 13 a 16 años sin necesidad de que vayan los
padres. Puede ir cualquier allegado, un adulto responsable. El adulto
responsable puede ser el mismo adulto que la está violando. De algún modo, la
ley también habilita al violador a que la siga violando y la siga maltratando.
LN: Suponiendo que ese embarazo llegara a término, en muchos
casos estaríamos ante madres que crían a hijos que no quisieron y ante hijos no
queridos por sus madres. ¿Qué proponen en esos casos?
GM: Hay experiencias de mujeres violadas que siguen su
embarazo y dan al niño en adopción. Hay toda una contención que genera
resiliencia. Y de alguna manera, porque se les brinda también un tratamiento
psicológico, eso las ayuda a hacer el duelo de la violación. Nosotros hablamos
de aborto como si no tuviera ningún efecto emocional en la mujer. Pero en
verdad genera un estrés postraumático, y eso tampoco está contemplado en la ley.
MR: Si la mujer pide acompañamieno psicológico de la
trabajadora social o consejos sobre adopción, esas opciones están.
GM: Entonces ¿por qué la necesidad de otra ley si las
opciones están?
MR: Porque hoy hay mujeres que, a pesar de que la ley no les
permite interrumpir el embarazo de forma legal, lo hacen, poniendo en riesgo su
salud, su vida.
EB: En mi caso, cuando alguien me convenza de que no es una
vida humana, yo no tengo ningún problema en hacer abortos.
MR: Es que no te tenemos que convencer. Lo que queremos es
que la ley abrigue, cubra y proteja a todos. Las decisiones van a ser siempre
de índole personal. Quiero que las mujeres y la familias, o quienes las
acompañan, puedan optar sin coerción. No la coerción para abortar, pero tampoco
la coerción para seguir un embarazo.
EB: [a Romero] ¿Y qué pensás de la adopción?
MR: Es una alternativa válida. Hoy, desafortunadamente, muy
compleja en la Argentina. Pero no creo que sea la única. Por eso quiero que la
sociedad nos dé opciones. Somos individuos responsables. Confiemos un poco más
en las decisiones que tomamos.
BK: Quedarnos en la discusión de si un embrión es vida
humana o no es cosa del pasado. Miremos hacia el futuro. Y la Argentina,
afortunadamente, está preparada. Lo mejor que podemos hacer los que entendemos
un poco de biología y medicina es no generar tabúes, para que se conozcan todas
las posiciones.
A favor o en contra, la experiencia reafirmó las propias
certidumbres
A lo largo del diálogo fue quedando en evidencia la firme
convicción con la que cada uno de los especialistas sostiene sus argumentos.
Por eso, hacia el final de la charla llegó el turno de preguntas de índole más
personal, a fin de conocer cómo cada cual había ido construyendo esas certezas.
LN: Cada uno de ustedes tiene una larga trayectoria
profesional. ¿Siempre sostuvieron la posición que hoy tienen sobre el aborto o
fue variando? ¿Les generó algún tipo de problemas?
Alberto Kornblihtt: En mi caso no varió. Cuando yo era chico
y veía a una mujer embarazada, por mi ética familiar, por un montón de razones,
me daba cuenta de que lo que estaba dentro de ese vientre no era todavía un
bebé, sino que era un embrión en gestación, un feto. Y por lo tanto yo, de
chico, y quizás me puedan ver horrorosamente por esto, ya pensaba que no era
tan terrible interrumpir el embarazo si lo comparaba con matar a una persona.
Después, cuando estudié Biología, el conocimiento reafirmó una percepción que,
no voy a desconocer, tiene que ver con mi educación, con el ateísmo, con una
valoración de la vida. Estoy en contra de la pena de muerte, estoy en contra de
las guerras, no quiero matar a nadie, pero estoy convencido de que la
interrupción del embarazo no es un crimen. Sostener esto no me generó ningún
problema porque creo que los que me conocen saben lo que pienso, saben que soy
una persona que tiene un compromiso con los derechos humanos, que no reniego de
mi pasado de izquierda, que no me reciclé. En fin, la gente sabe.
Graciela Moya: A medida que fui aumentando mi conocimiento
científico y mi experiencia de vida como profesional y como persona, se me
acrecentó mas la visión de la protección de la vida humana. No me parece que
nosotros, como seres racionales, podamos decidir quién vive y quién no. Y sin
duda es muchísimo lo que uno puede hacer para ayudar a las personas y mejorar
sus circunstancias para que no tengan que llegar al drama del aborto: que una
mujer pueda elegir quedar embarazada o no, darle las herramientas para que
pueda elegirlo, pueda elegir criarlo o no criarlo y darle siempre la
alternativa de la adopción. De hecho, yo tengo amigas íntimas que fueron dadas
en adopción, tengo primos que fueron dados en adopción, que tienen hijos y
quizá ninguno de ellos existiría si hubiese habido ley de aborto. En esta
postura tuve una recepción enorme de gente que piensa igual o distinto que yo.
Mariana Romero: Quizá yo tengo una trayectoria similar, pero
con una postura distinta. En el tiempo que hice práctica clínica me encontré
desafortunadamente con varias mujeres que se murieron después a causa de un
aborto inseguro. Y eso reforzó todavía más mi decisión personal y profesional
de que yo iba a trabajar en esto. Con el tiempo pude ir acompañándome con otros
profesionales y fuimos construyendo un corpus de evidencia que nos permitió
seguir sosteniendo esto. Hoy celebro esta discusión que tuvimos porque es mucho
más seria y mucho más respetuosa de lo que solía ser. Yo puedo pensar en
episodios en donde me sentí mal. A veces había poca gente dispuesta a escuchar,
entonces inmediatamente la reacción era de condena. Estar en un auditorio donde
alguien se levanta y me grita "asesina"... La verdad es que eso es no
conocerme nada. Por suerte me pasó pocas veces, pero me pasó. También este
camino me gratificó muchísimo. Por eso el balance es positivo. Aun con todas
esas situaciones que ocurrieron, inclusive con colegas, nada se compara con la
situación actual, en donde por fin nos abrimos a un debate.
Ernesto Beruti: Yo siempre estuve en contra del aborto. Y
después de todos los articulos que he leído, de las charlas que he tenido con
personas de pensamientos distintos en los últimos días, estoy más en contra que
antes. Ahora están en boga en Internet los artículos que revelan nombres de
famosos que corrieron riesgo de ser abortados, empezando por el papa Juan Pablo
II, por Steve Jobs, Cristiano Ronaldo, Andrea Bocelli o Celine Dion. ¿Qué
sabemos lo que puede ser ese hijo? Después te dicen: "¿Para qué vamos a
hacer nacer a estos chicos que van a ser siempre pobres y están condenados al
fracaso?". Pero ¿qué sabemos? Yo creo que la mujer tiene la libertad de
ejercer o no la maternidad, pero es allí cuando la adopción es una alternativa
que hay que rescatar como acto de entrega, de amor. ¿Si tuve conflictos por
esta posición? Bueno, aparecí hace dos semanas en Intratables y me dieron con
un caño [risas], pero no importa. No quiero imponer mis ideas a nadie.
Fuente: La Nación