Internet, dispositivos móviles y tecnologías digitales están
ampliando el acceso a consulta médica.
En su reciente y exitoso libro ‘Factfulness’, el ya
fallecido experto en salud mundial Hans Rosling mostraba que horrores tales
como los desastres naturales, los derrames de petróleo y las muertes en el
campo de batalla siguen una clara tendencia descendente, mientras que la
productividad de las cosechas, las tasas de alfabetismo y otros indicadores de
desarrollo están en alza. Basándose en hechos y datos comprobados, Rosling
sostuvo que hay motivos para el optimismo, aunque el mundo parezca cada vez más
caótico.
También los hay en el ámbito de la salud mundial, por una
sencilla razón. Así como la Revolución Industrial produjo avances
trascendentales en medicina, la actual revolución digital nos permitirá mejorar
la atención de la salud en modos que hace apenas unos años habrían sido difíciles
imaginar.
Casi todos los países del mundo se han comprometido a
cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas,
una agenda internacional para la mejora del bienestar de la humanidad y del
planeta que es su sostén. En relación con la salud mundial, los ODS apuntan a
eliminar las muertes infantiles por causas evitables y las grandes epidemias, y
alcanzar la cobertura universal de salud.
Pese a ser sumamente ambiciosos, los ODS son claramente
alcanzables. Solo necesitamos aprovechar las oportunidades ofrecidas por
internet, los dispositivos móviles y otras tecnologías digitales, que ya están
ampliando el acceso a la atención médica y mejorando su calidad en comunidades
remotas.
Tomemos por ejemplo la India. Hace unos meses, el gobierno
del primer ministro Narendra Modi presentó el ‘Modicare’, el programa de seguro
médico con financiación estatal más grande del mundo, que cubrirá a más del 40
% de los 1.300 millones de ciudadanos indios. El Gobierno apunta a detener el
incremento de enfermedades no transmisibles (ENT) como la diabetes y el cáncer,
y al tiempo ahorrar a las familias gastos en salud causantes de pobreza. En un
país del tamaño de la India, un programa de esta naturaleza depende en gran
medida de la tecnología, para conectar a la gente con los servicios sanitarios,
almacenar y analizar datos de los pacientes, y evitar errores catastróficos por
la mezcla de historiales médicos.
Acceso digital
La tecnología digital también habilita el acceso de
pacientes en áreas remotas a los profesionales médicos más capacitados. El
programa de telemedicina de la Fundación Novartis en Ghana logró que el 70 % de
las consultas médicas se gestione por teléfono, lo que ahorra a los pacientes
trabajosos traslados a centros de atención primaria. Igual sucede con un modelo
de telemedicina en Colombia.
Las tecnologías digitales también están revolucionando la
capacitación médica. En regiones aisladas, es común que los trabajadores
sanitarios deban hacer largos trayectos a pie para recibir capacitación, e
inevitablemente muchos terminan sin la formación que necesitan. Pero ahora los
proveedores de atención médica pueden recibir capacitación por medio de
teléfonos inteligentes y tabletas. Una de nuestras entidades asociadas, Last
Mile Health, creó una plataforma digital enteramente dedicada a la capacitación
comunitaria en salud. Estas y otras iniciativas están descentralizando la
provisión de atención médica y la capacitación relacionada, y empoderando a los
profesionales locales (esto es esencial para alcanzar la cobertura universal de
salud).
No hace falta decir que las tecnologías digitales también
impulsarán la próxima ola de terapias revolucionarias. En el campo de los
ensayos clínicos, la tecnología de redes sociales mejoró la eficiencia de los
procesos de reclutamiento, en tanto que la inteligencia artificial y el
análisis predictivo han permitido acelerar la realización de los ensayos.
Pero de todas las tecnologías del espectro digital, la que
producirá algunas de las mejoras más significativas será la banda ancha. En los
países de bajos ingresos, el acceso a internet de alta velocidad puede generar
cambios en todos los niveles del sistema sanitario.
Pero la construcción de infraestructuras de banda ancha en
países escasos de recursos es un desafío complejo. Muy a menudo, los servicios
sanitarios digitales están fragmentados entre diversos organismos estatales,
empresas y organizaciones no gubernamentales, lo que lleva a una gran duplicación
de esfuerzos y a que se desaprovechen oportunidades de colaboración. Un caso
ejemplificador es Uganda, donde en 2012 había tantos proyectos sanitarios
digitales incompatibles que el Gobierno tuvo que poner una moratoria temporal a
todos ellos.
El Grupo de Trabajo sobre Salud Digital de la Comisión de
Naciones Unidas sobre la Banda Ancha, copresidido por la Fundación Novartis,
está trabajando con especial énfasis en el uso de la tecnología para mejorar la
atención de las ENT. Durante la Asamblea General de Naciones Unidas en
septiembre, la Comisión publicó el informe ‘The Promise of Digital Health:
Addressing Non-communicable Diseases to Accelerate Universal Health Coverage in
LMICs (La promesa de la salud digital: el tratamiento de las enfermedades no transmisibles
para acelerar una cobertura sanitaria universal en los países con ingresos
bajos y medios)’. El objetivo es ofrecer a las autoridades y demás partes
interesadas recomendaciones pragmáticas que las ayuden a reimaginar modos de
aplicar las tecnologías digitales al tratamiento de las ENT.
Integrar iniciativas
Es evidente que los gobiernos deben esforzarse en aumentar
la integración interministerial de las iniciativas de salud digital y coordinar
el trabajo con entidades privadas y sin fines de lucro en la medida de lo
posible. Una colaboración de ese tipo ya se da en lugares como Filipinas, donde
hay un comité nacional específico encargado de supervisar diversas iniciativas
en digitalización de servicios sanitarios, lo que crea un entorno ideal para la
innovación digital. Pero la tecnología digital no es una panacea, así que hay
que elegir bien las prioridades. La primera debería ser dar más importancia a
los resultados. En muchos países, a los proveedores sanitarios se los
recompensa por las tareas que realizan, no por los resultados finales; esto
puede cambiar con el uso de tecnologías digitales orientadas a los resultados.
Una segunda prioridad es mejorar el alfabetismo en datos.
Las tecnologías digitales permiten capturar y analizar datos para extraer
conocimiento en todos los niveles, desde la biología individual hasta las
pautas mundiales de las enfermedades. Los programas de estudio destinados a
proveedores y administradores de servicios sanitarios deberían incluir
formación en estadística, gestión de datos y análisis de datos, para que puedan
seguir el ritmo de los avances digitales. Una prioridad final es tener presente
que la tecnología digital solo es valiosa cuando se la usa para mejorar el
funcionamiento de los sistemas. Los médicos no deberían pasar más tiempo
ingresando datos que atendiendo a los pacientes. Felizmente, cuando se la
aplica bien, la tecnología digital ayuda a automatizar el proceso, liberando a
los profesionales para que hagan lo que mejor saben hacer.
Han pasado tres años desde que el mundo ratificó los ODS,
que incluyen como metas a corto plazo alcanzar la cobertura universal de salud
y el acceso universal y asequible a internet. Los avances recientes muestran
que hay motivos para confiar en que lo lograremos, pero eso depende de que
sepamos aprovechar la revolución digital en beneficio de todos.
Fuente: El Tiempo