Las razones para negarse a recibir las vacunas han cambiado
en los últimos años, según un grupo de pediatras estadounidenses.
Los pediatras se están encontrando cada vez con más padres
que se niegan a que vacunen a sus hijos, principalmente porque no ven cuál es
el sentido de las vacunas, según una encuesta en EE. UU.
En la encuesta, realizada en 2013, aproximadamente el 87 por
ciento de pediatras dijeron que se habían encontrado con negativas a las
vacunas, un aumento desde el 75 por ciento que reportaron encontrarse con
negativas durante la anterior encuesta en 2006.
La razón más habitual, proporcionada por 3 de cada 4 padres:
Las vacunas son innecesarias porque las enfermedades que previenen han sido
erradicadas de Estados Unidos.
"Dado que esas enfermedades han desaparecido, las
personas ya no les tienen miedo, aunque muchas de ellas solo están a un viaje
en avión de distancia", advirtió la Dra. Kathryn Edwards, coautora de un
nuevo informe de la Academia Americana de Pediatría (American Academy of
Pediatrics, AAP) basado en la encuesta. "No parecen percatarse de que
estas enfermedades existen en otros lugares, y podrían llegar aquí".
El porcentaje de pediatras que siempre dejan de atender a
los pacientes que se niegan repetidamente a las vacunas también ha aumentado:
se ha duplicado, de un 6 por ciento en 2006 hasta el 12 por ciento en 2013,
según la encuesta.
En el informe, la AAP anima a los pediatras a tener
paciencia con los padres que se muestren preocupados en lugar de cerrarles la
puerta.
"Nuestro objetivo es trabajar con nuestros pacientes
para que comprendan la importancia de las vacunas, y respondemos a sus
preguntas sobre las vacunas", dijo Edwards, que es miembro del Comité de
Enfermedades Infecciosas de la AAP.
Las razones que dan los padres para negarse a las vacunas
han cambiado en los últimos años, según los pediatras.
En 2006, aproximadamente 3 de cada 4 padres que rechazaron
las vacunas dijeron que les preocupaba que las vacunas provocaran autismo (una
teoría que se ha desacreditado) o que produzca unos efectos secundarios graves.
Un número menor de padres dieron esas razones en 2013,
aunque muchos siguen citando sus preocupaciones con respecto a la seguridad. La
preocupación de que un bebé sea demasiado pequeño para recibir las vacunas o el
malestar de recibir demasiadas inyecciones a la vez también se han reducido,
según la encuesta.
En lugar de eso, la mayoría de padres rechazan las vacunas
en la niñez porque consideran que las vacunas no son necesarias, y esa cantidad
aumentó en un 10 por ciento en el periodo comprendido entre ambas encuestas.
Los resultados de la nueva encuesta aparecen en la edición
en línea del 29 de agosto de la revista Pediatrics.
Gracias a la protección ofrecida por las vacunas, los padres
no han observado los estragos que enfermedades como la varicela, el sarampión,
la meningitis y la polio pueden causar en los niños, comentó la Dra. Claire
McCarthy, profesora asistente de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Harvard, en Boston.
"Lo hemos hecho tan bien con las vacunas que el peligro
que suponen las enfermedades prevenibles con las vacunas puede no parecer real
a esta generación de padres, y sin duda eso está causando problemas", dijo
McCarthy.
Los pediatras deben confrontar esta creencia, convinieron
Edwards y McCarthy.
"Esto es muy preocupante para nosotros como pediatras,
porque en este mundo globalizado, su hijo sin duda podría sufrir la
polio", dijo McCarthy. "La polio es endémica en muchas partes del
mundo, y todo lo que hace falta es que una de esas personas venga a Estados
Unidos y se pasee por un centro comercial o por Disney World".
El informe anima a los pediatras a que:
- Escuchen a los padres con paciencia, aborden sus preocupaciones y corrijan sus percepciones erróneas.
- Expliquen que las vacunas se someten a pruebas rigurosas de seguridad y efectividad.
- Presenten todas las vacunas como requeridas en lugar de ser opcionales.
- Personalicen el mensaje positivo sobre las vacunas.
- Los pediatras también pueden indicar que reciben vacunas contra la gripe de forma regular para proteger a sus pacientes, y que sus hijos reciben las vacunas recomendadas, dijo Edwards, catedrática de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville.
Los médicos también pueden referir historias trágicas a
partir de su propia experiencia, añadió.
"Hace muchos años, vi a un bebé morir de meningitis que
no pude rescatar", dijo Edwards. "Ahora eso ya no ocurre, porque todo
el mundo se vacuna contra la meningitis. Ese es el poder de las vacunas. Es
enorme".
Los pediatras también deberían recordar a los padres que las
vacunas son un deber cívico. Si una gran cantidad de padres rechazan las
vacunas, la inmunidad grupal que se produce con una vacunación generalizada se
puede ver comprometida, señaló McCarthy.
"Las vacunas no solo le afectan a usted y a su
hijo", dijo. "Afectan al recién nacido de su vecino. Afectan a su
abuela. Afectan al niño que va a la escuela que no se puede vacunar porque está
en quimioterapia".
El brote de sarampión en Disneyland de 2015 proporciona otro
buen ejemplo que los pediatras pueden citar, dijo McCarthy.
"Puedo decir: 'mire, esto es real, su hijo puede
contraer sarampión'", dijo.
En una declaración de política separada en la revista
Pediatrics que acompaña a la encuesta, la AAP también recomendó terminar con
las exenciones no médicas para las vacunas requeridas en la escuela.
"Tenemos que hacer que sea más difícil que los padres
rechacen las vacunas. Eso es muy importante", afirmó McCarthy.
Fuente: Intramed