Especialistas adheridos al sistema de prepagas y consultados
por LA NACION expusieron los conflictos que enfrentan a diario; las empresas
evitaron contestar las críticas del sector.
Los problemas que enfrentan a diario los médicos
particulares en sus consultorios se acrecientan sin tener una solución clara o
respuesta por parte del sistema de salud. Agendas apretadas, gastos fijos en
alza y demoras en los pagos son algunos de los ribetes que adquiere un
escenario complejo en aumento que repercute en la relación entre el
especialista y el paciente.
"Las empresas de medicina prepaga fijan nuestros
honorarios", explica Analía Tablado, ginecóloga del centro médico Santa
Rita. El médico recibe de la empresa a la que presta sus servicios un honorario
promedio de entre 150 y 250 pesos por consulta. A esa ganancia, explica la
médica, hay que restarle los gastos por el alquiler del consultorio y los
impuestos. Es así que "el 50-60% de lo que se recibe se va en
gastos".
El tesorero del Colegio de Médicos, Juan Marchetti, opina
que "la retribución para los médicos es paupérrima". "No puede
ser que un plomero cobre 500 pesos por cada visita a una casa y un médico
reciba solo 140 pesos por consulta". Para dar cuenta de esta situación, el
tesorero cuenta que del total de gastos que incurre una empresa para una
internación, el trabajo que realiza el profesional solo representa un 5%:
"Para la prepaga, el médico es lo más barato".
Pero ese no representa el mayor problema. Lo más preocupante
para los médicos, según testimonios recogidos por LA NACION, es que su poder de
negociación frente a las prepagas es casi nulo. "Si yo no acepto el precio,
me dicen, «váyase»", cuenta Tablado, ya que "la lista de espera de
médicos que buscan trabajar para estas empresas es infinita". Javier
Martel, médico pediatra, afirma lo mismo: "No hay forma de pedir
aumento".
Frente a estas críticas, LA NACIÓN intentó comunicarse con
las prepagas mencionadas por los especialistas (Osde, Swiss Medical, Omint,
Medicus, Osmecon, Osdipp y Galeno). Cuando se les consultó sobre este panorama
y se les pidió una evaluación, se abstuvieron de realizar comentarios al respecto.
En la vereda opuesta: los centros médicos
Los únicos que tienen más poder de negociación son los
centros médicos de internación porque cuentan con un bien muy preciado y
escaso: las camas. Esa es su moneda de cambio.
Una especialidad que logró agremiarse y sumar fuerzas aquí
es la anestesiología, unidos bajo la Asociación Argentina de Anestesia. Al ser
pocos, un total de 3.500 anestesiólogos, y dedicarse "a un práctica tan
crítica y urgente", dice el presidente del Femeba, Guillermo Cobian, tienen
un enorme poder de presión con el que logran negociar mejores convenios con las
empresas de medicina prepaga. "Ganan en promedio cinco veces más que los
médicos de otras ramas y son ellos mismos los únicos que certifican a nuevos
especialistas, con cuentagotas", dice.
En este contexto, un especialista del sanatorio Mater Dei
explica que una de las razones por los bajos honorarios se vincula con que hay
una sobreoferta de médicos. "En 2013 en Argentina había un médico cada 262
habitantes, una de las tasas más altas del mundo", explica el
especialista. "Al saturar la oferta, la demanda es dueña absoluta de las
condiciones laborales", agrega.
A partir de los datos provistos por el Ministerio de Salud
de la Nación, en 2013 había 3,94 médicos cada 1.000 habitantes en la Argentina.
Si se compara al país con el resto del mundo, aparece posicionada al mismo
nivel que varios países europeos, como España, Suiza, Italia, y también
Australia. En relación con los restantes países del continente americano, a
excepción de Cuba que encabeza la lista de cantidad de médicos y Uruguay, la
Argentina se encuentra en una situación muy ventajosa en la región, duplicando
la cantidad de médicos cada mil habitantes con que cuenta Brasil, por ejemplo,
y casi cuadruplicando los de Chile y Perú, según la información que brinda OMS
para ese año.
La alternativa de abrirse de la prepaga y trabajar de forma
autónoma no es viable, ya que "los pacientes particulares casi no
existen", dice Tablado. "Nadie quiere pagar una consulta particular
si tiene alguna cobertura de salud". "Y si la hacen es para confirmar
un diagnóstico y volver al sistema prepago", agrega el especialista del
Mater Dei. Sin las empresas, los médicos no tienen pacientes. Se lo llama un
"sistema cautivo", ya que los médicos no pueden irse y los pacientes
tampoco quieren salir. Y cuánto más grandes son las empresas de seguridad
social, más clientes incorporan y más poder tienen.
Agenda apretada
Una de las consecuencias de la vulnerabilidad del sistema es
que el médico debe llenar su agenda al máximo colocando un paciente detrás de
otro, y así, la calidad de la consulta se deteriora. Una médica que hizo su
residencia en el CEMIC reconoció haber sido testigo de la mala atención que
reciben los pacientes producto de estas agendas demasiado apretadas que además
dificultan el conseguir turnos.
"Las empresas justifican el bajo honorario médico con
la expectativa de proveerles de un gran número de pacientes, pero esto abarrota
los consultorios, que siempre se atrasan y lo peor: la calidad de la atención
se deteriora", aclara el especialista del Mater Dei.
Otro aspecto del sistema médico actual es que la relación
entre el médico y el paciente no se fideliza en el tiempo. Los pacientes saltan
de médico en médico según lo que les ofrecen sus cartillas médicas. Tablado
menciona que muchas veces sus pacientes no se acuerdan de quiénes los
atendieron anteriormente. "Al paciente no le importa quién es el médico,
si es bueno o no con tal de que esté en su cartilla y no tenga que pagar".
Demora en los pagos
Otro inconveniente que padecen los profesionales médicos que
dependen de las prepagas es la demora en los pagos. Martel explica que el plazo
para cobrar es de 30 días pero muchas veces se extiende a 60 o 90. El
especialista del Mater Dei confirma esta tendencia. "Si la consulta se
hace el primero de octubre, recién se presenta la factura a la prepaga en
noviembre, y algunas de las prepagas más grandes recién depositan los
honorarios hasta 90 días después, es decir, ¡en febrero!". En tiempos de
alta inflación, los sueldos pierden su valor al correr de las semanas.
Además ocurre de manera frecuente que la obra social,
después de no pagarle a sus médicos durante varios meses, arregla pagarles pero
con un descuento. "«Si querés te pagamos pero con un descuento», te
dicen", aclara Martel.
«Si querés te pagamos pero con un descuento», te dicen las
prepagas"
Las especialidades que incluyen urgencias, como las cirugías
o la obstetricia, fueron aún más perjudicados en el último tiempo. Por una
disposición reciente se les quitó el 25% adicional que cobraban por realizar un
parto en horario nocturno o durante el fin de semana, reconociéndoles solo el
mismo honorario que en horario laboral normal.
Los bajos sueldos también se sienten en las residencias.
Marchetti señala que se liberaron muchas vacantes para estas instancias de
posgrado porque los médicos recién recibidos, ante sueldos insuficientes,
prefieren saltear esa etapa. Según la médica del CEMIC, un sueldo promedio para
un residente de primer año en un hospital privado es de $17.203 y no se derivan
aportes mientras que en los hospitales públicos arrancan en $22.000 con
aportes. Los residentes del CEMIC tienen un horario de 8 a 17 horas pero eso
"nunca se cumple, te vas cuando terminas", concluye.
Fuente: La Nación