La conceptualización de la enfermedad
como sostén del tratamiento de la salud no es ingenua en un mercado que mueve
valores a veces inmensurables.
El modelo de salud,
o mejor dicho, el modelo de enfermedad de occidente nos ha llevado durante años
a entender a la salud como el tratamiento de la enfermedad. Sería tan simple
como que cada uno de los lectores de este diario se preguntaran en qué momento
consultaron a un profesional de salud para sostener una situación de salud en
lugar de ir con una problemática ligada a la enfermedad. Además de esto, otro
aspecto importante es la forma de abordaje de la enfermedad. La posición más
habitual de la mayoría de las personas en situación de enfermedad es la de
esperar una solución por parte del profesional sin involucrarse en SU
tratamiento. Es decir, el problema es planteado al profesional de salud y éste
debe resolverlo, a partir de ese momento el problema es del profesional. Este
modelo asistencial es una consecuencia lógica del mercado de salud, o bien, de
nuevo tratando de utilizar las palabras adecuadas, del mercado de enfermedad.
Las reglas del mercado
Es fundamental hablar de mercado porque las reglas que
mantiene el sistema de salud son las reglas del mercado. Las enfermedades más
estudiadas son las más prevalentes y las que mayor abordaje farmacológico
tienen, es decir las más rentables para la industria farmacológica. Ahora bien,
¿dónde tracciona el mercado farmacológico, hasta dónde llega?
Si nos ponemos a revisar los planes de estudios de las
universidades tanto públicas como privadas de nuestro país, prácticamente la
totalidad de la currícula está enfocada al tratamiento de la enfermedad. Las
asignaturas relacionadas a la prevención y promoción de la salud generalmente
soy muy pobres y materias en cierta medida “marginales”. Desde ese lugar,
tenemos que saber que los profesionales de salud que se forman en nuestro país,
lejos estamos de ser profesionales de salud, estamos mucho más formados en el
tratamiento de las enfermedades. Nos quedaría por pensar quién determina el
plan de estudios. En el caso particular de la Escuela de Kinesiología de la
Universidad de Buenos Aires, que es lo que más conozco, tiene más de 50 años sin
sufrir modificaciones de base. ¿En 50 años nada ha cambiado en la promoción de
la salud y el tratamiento de la enfermedad? Obviamente mi pregunta es retórica,
en los últimos años ha cambiado la forma de producir información en salud y con
ello el lenguaje, apareciendo el modelo científico de medicina basada en la
evidencia. De esto nada se ha enterado el plan de estudios de la UBA. Por otro
lado, prácticamente todas las universidades públicas o privadas copian el plan
de estudios de la UBA, con lo cual es problema se reproduce.
Salud financiada
Por otra parte es habitual ver la financiación de
investigación científica por parte de las grandes empresas productoras de
medicamentos y poco y nada de inversión en estrategias de tratamiento distintas
a las farmacológicas. ¿Esto es casual? Naturalmente no, no es casual ni tampoco
ilógico teniendo en cuenta que estamos hablando de un mercado. Se invierte en
lo que genera renta, en lo que no, no se invierte. Esa misma frase, si
estuviéramos hablando de un sistema de salud real sería “se investiga en busca
de la mejor calidad de vida de toda la población”.
Entonces, y para ir cerrando esta nota, si durante toda la
formación de grado nos enseñan a tratar enfermos haciéndonos cargo de su
problema, si a los médicos los forman otros médicos que en su gran mayoría
tienen su vida financiada por la industria farmacológica, con lo cual están
entrenados para medicar, para resolver ellos su problema, el problema que le
acaba de “regalar” el paciente (otra palabrita para pensar) y a eso le sumamos
que no existen o son inocuas las medidas de educación a la población sobre
salud/enfermedad, la resultante inevitable de todo esto es el mercado de
enfermedad en el que vivimos.
Mientras la población se encuentre enferma una de las cuatro
industrias que más dinero mueven en el mundo seguirá creciendo, claro, la
industria farmacológica o bien el mercado de la enfermedad.
Fuente: El Día Online