El alivio del dolor es uno de los aspectos
centrales de los cuidados paliativos que se ofrecen a los pacientes con
enfermedades progresivas o terminales cuando la expectativa médica ya no es la
curación. De ahí que cobra importancia el hallazgo de un estudio argentino que
muestra que los médicos tienden a subestimar el dolor en los pacientes con
demencias o secuelas neurológicas que les imposibilitan comunicarse
verbalmente.
Las conclusiones del estudio se presentaron la pasada semana en el
X Congreso Argentino de Cuidados Paliativos, en la ciudad de
Salta, y señalan la importancia de recurrir a herramientas sencillas y rápidas
que permiten al equipo médico determinar la presencia de dolor a partir de la
observación y el análisis de elementos de comunicación no verbales, como la
evaluación del rictus o la tensión muscular, o incluso aspectos psicológicos
como si el paciente está solo o deprimido.
"En el dolor hay un fenómeno comunicacional: lo padece
el paciente pero lo evalúa el médico. Por eso en personas con secuelas
neurológicas o demencias severas, que hacen que la comunicación verbal no sea
lo suficientemente fidedigna como para que el paciente comunique "me
duele", y que al mismo tiempo impiden que el médico a través de la
pregunta pueda ir indagando cuál es el tipo de dolor, el resultado es que se
llega tarde a resolver ese síntoma", explica el doctor Leonardo Di
Camillo, médico especialista en cuidados paliativos de CCP Baires, primer
hospice privado de la Argentina.
"Existen escalas que permiten evaluar si el paciente
que no se puede comunicar verbalmente tiene dolor, para atenderlo en forma
temprana", agrega Di Camillo, que basó sus conclusiones en el estudio de
pacientes con secuelas neurológicas de ACV o distintos tipos de demencias
(Parkinson, Alzheimer, Corea de Huntington, entre otras). Los pacientes fueron
evaluados con dos escalas (Doloplus2 y Paind), que especifican qué aspectos
debe evaluar el equipo médico para determinar si una persona que no puede
comunicarse verbalmente está sufriendo alguna forma de dolor.
"Los resultados de la aplicación de la escala
Doloplus2, que además de aspectos somáticos engloba aspectos de la esfera
biopsicosocial, mostró que todos los pacientes tenían signos de dolor",
comenta el especialista, y agrega: "Esta escala evalúa por ejemplo si el
paciente está solo, si lo cuida alguien, si está deprimido, todos factores que
pueden hacer que se incremente el dolor que experimenta el paciente".
Tanto la escala Doloplus2 como la Paind son rápidas -insumen
menos de 5 minutos- y fáciles de poner en práctica: la Paind incluso puede ser
implementado por personal no médico.
Encuentro de cuidados paliativos
Bajo el lema "Cuidados Paliativos con y para la
Comunidad" y organizado por la Asociación Argentina de Medicina y Cuidados
Paliativos (AAMyCP), del 30 de octubre al 2 de noviembre se realizó en Salta el
X Congreso Argentino de Cuidados Paliativos -en conjunto con el Segundo
Encuentro Nacional de Investigación en Cuidados Paliativos-, del que participaron referencias nacionales e internacionales de este modelo de atención
multidisciplinaria que asiste a las personas con enfermedades crónicas
progresivas o terminales.
Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), anualmente unos 40 millones de personas necesitan cuidados paliativos a
nivel mundial; sin embargo, solo el 14% recibe dicha atención. La mayoría de
los adultos que los necesitan padecen enfermedades cardiovasculares (38,5%),
cáncer (34%), afecciones respiratorias crónicas (10,3%), VIH/sida (5,7%) y
diabetes (4,6%). Otras condiciones que pueden hacer necesario los cuidados
paliativos son: insuficiencia renal, enfermedades hepáticas crónicas,
esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, artritis reumatoidea,
enfermedades neurológicas, demencia, anomalías congénitas y tuberculosis
resistente a los medicamentos.
Un estudio realizado en hospitales públicos de la ciudad de
Buenos Aires halló que unas 60.000 personas se beneficiarían con los cuidados
paliativos, pero menos del 10% recibe algún tipo de asistencia paliativa.
Fuente: La Nación