Es gravísimo el conflicto planteado en la Universidad
Nacional de La Plata respecto de los requisitos para otorgar el título de
médico.
La Universidad Nacional de La Plata vive desde hace al menos
cuatro años una situación de conflicto por no cumplir con las disposiciones del
Ministerio de Educación de la Nación y, recientemente, una sentencia de la
Corte Suprema en cuanto a los requisitos exigidos para otorgar el título de
médico.
El origen del problema se vincula con los requisitos que
deben cumplir los estudiantes de medicina de todo el país para recibir el
título que los habilita para el ejercicio de la profesión.
En 2007, el Ministerio de Educación, luego de un proceso de
estudio, análisis y reflexión que demandó ocho años de trabajo y del que
participaron expertos nacionales e internacionales, la Asociación de Facultades
de Ciencias Médicas de la República Argentina y el Consejo de Universidades,
llegó a la conclusión de que era imprescindible exigir a los futuros médicos la
realización de 1600 horas de práctica en las que interactuaran con los
pacientes. Éstas debían ser cursadas una vez que se tuvieran aprobadas todas
las materias de la carrera.
Es evidente, y hasta una obviedad, que se debe exigir al
estudiante de Medicina que tenga aprobada la materia cuyo conocimiento debe
poner en práctica. Esto es así por múltiples razones, pero fundamentalmente
para no poner en riesgo al paciente.
En 2010, cuando las autoridades de la Facultad de Ciencias
Médicas intentaron hacer cumplir lo resuelto por el ministerio, la facultad fue
tomada y se terminó por acordar con el Consejo Superior de la universidad que
el requisito iba a ser exigido paulatinamente. Así fue como se estableció una
vigencia progresiva de aquello que se había resuelto tres años antes.
Sin embargo, en 2013, cuando esa vigencia progresiva llegó
al punto de demandar a los estudiantes el cumplimento efectivo de lo dispuesto
por la cartera de Educación, el Consejo Superior de la Universidad de La Plata
resolvió, frente a las presiones de los alumnos, que tal exigencia no debía
aplicarse a quienes habían ingresado en la carrera antes de 2010.
Alentados por esta decisión del Consejo Superior, los estudiantes
iniciaron cientos de amparos y la justicia federal de La Plata los autorizó a
cursar la práctica final obligatoria sin tener todas las materias rendidas.
La Facultad de Ciencias Médicas demandó a la universidad
ante el peligro de que las autoridades nacionales le impidieran seguir abriendo
sus puertas a nuevos estudiantes. La Cámara Federal de La Plata dijo que la
facultad no estaba legitimada para estar en juicio, a pesar de que la Corte
Suprema, en 2008, había concluido que sí podía defender ante la Justicia las
cuestiones esenciales para el desarrollo de la carrera.
La facultad recurrió esa decisión y la Corte Suprema dictó a
fines de noviembre pasado una sentencia ejemplar que vuelve a dar la razón a la
Facultad de Ciencias Médicas, al entender que resultaba aplicable a la
totalidad de los alumnos lo establecido por el Ministerio de Educación en
cuanto a la exigencia de cursar las prácticas una vez aprobadas todas las
materias. Sostuvo, también, que la universidad puso en riesgo la capacidad de
la Facultad de Ciencias Médicas para abrir las puertas a nuevos estudiantes por
no cumplir las exigencias de la cartera educativa, y que no hay derecho
adquirido que los estudiantes puedan invocar legítimamente frente a
disposiciones de una carrera universitaria que pone en juego la salud de los
habitantes.
En lugar de acatar la decisión de la Corte Suprema, el
Consejo Superior de la universidad resolvió que nuevamente eludiría la puesta
en vigor de la resolución de 2007 emitida por el ministerio.
Hay una nítida diferencia entre el trabajo realizado antes
de ese año, que tuvo como conclusión fijar los recaudos mínimos que exige la
formación de los médicos, y la reacción del Consejo Superior de la Universidad
de La Plata, que, frente a esas exigencias, decidió no respetar ni lo decidido
por el ministerio ni por la Corte Suprema.
El problema central que queda sin resolver es si la Facultad
de Ciencias Médicas podrá seguir recibiendo alumnos. La Corte sostuvo que las
autoridades de la universidad enfrentaban ese peligro, que hoy pareciera
resurgir.
¿Cómo llegó una de las principales universidades del país a
una crisis tan profunda? La crónica de las sesiones del Consejo Superior en las
que se trató el tema explican que el diálogo productivo y el debate de ideas
fueron sustituidos por los gritos y la prepotencia, lo cual es sumamente grave,
ya que perder la racionalidad en donde ella debería gobernar es un serio
retroceso en una de las casas de altos estudios más importantes del país.
La universidad debería mostrar las bondades de la reflexión,
las ventajas de saber escuchar y de exponer ideas. Todas ellas, virtudes que
parecieran estar ausentes y que exigieron que la Corte Suprema pusiera algo de
razonabilidad en todo este asunto, que nuevamente vuelve a mostrar un mal
presagio para una carrera cuya mala práctica importa un enorme riesgo para la
población.
Fuente: La Nación