Argentina es uno de los pocos países del mundo que tiene una
ley para proteger y respetar el parto y el nacimiento. Sin embargo, en épocas
de normalidad, la vulneración a esos derechos es cotidiana. Télam habló con
profesionales de distintas áreas sobre los aspectos que se recrudecieron y los
que no durante el aislamiento social y obligatorio por el coronavirus.
“En la Trinidad de Ramos Mejía me dijeron que quizás mi
compañero no podía entrar conmigo a la cesárea”, relata Sofía Cascallares a
Télam. “Al final pudimos entrar juntos, pero estuvimos muy asustados”, añade.
Esta escena se repite en el relevamiento que está llevando adelante la
asociación civil Las Casildas, que apunta a conocer en qué condiciones están
pariendo las mujeres en el contexto de una pandemia.
“Los derechos más básicos que estábamos logrando que se
empezaran a cumplir, como el acompañamiento durante el parto o el contacto piel
a piel con el bebé, están yendo para atrás”, explica Violeta Osorio, miembro de
Las Casildas. Y adelanta que si bien son datos preliminares que brindaron 389
mujeres, “se puede ver que el índice de cesáreas e inducciones aumentó a
57%". En el relevamiento anterior, realizadoen 2015, esa cifra era de 47%.
Junto al relevamiento, la organización también generó una
red de profesionales de obstétrica que brinda asistencia telefónica gratuita en
tres turnos diarios y que, en un día habitual, puede tener más de 100 llamadas
desde distintos puntos de todo el país. Dentro de las diversas consultas que llegan,
las mujeres preguntan por los signos físicos que aparecen y que no saben si
amerita ir o no a una guardia.
“La idea es poder darle la tranquilidad a esa mujer para que
si tiene que ir a la guardia, esté segura de que es por una razón médica
confiable y no ponerla a caminar por las calles de su ciudad”, asegura Violeta.
¿Qué cambió en la atención?
En las preguntas frecuentes que publicó la Organización
Mundial de la Salud con respecto al embarazo, parto y lactancia y su relación
con el Covid-19, se enumeran losderechos que tienen las mujeres con respecto al
acceso a la salud prenatal, neonatal, postnatal, intraparto y mental.Una de las
recomendaciones expresa que para que el parto sea seguro, quien vaya a parir tiene
que estar acompañada de una persona de su elección.
El 28 de marzo, el área de maternidad del Hospital Penna, en
la ciudad de Buenos Aires, publicó en su página de Facebook que "a fin de
extremar las medidas de prevención", suspendían el ingreso de padres
varones a los nacimientos por cesárea. Esto pese a que la ley de parto
respetado que rige en Argentina especifica en su artículo 2 que toda mujer
tiene derecho "a estar acompañada por una persona de su confianza y
elección durante el trabajo de parto,parto y postparto".
Con respecto a los controles de rutina, Débora Carrizo,
partera en la Maternidad Estela de Carlotto, institución modelo sobre el parto
respetado, detalla: "Acá los controles se siguen respetando, ya que lo
único que cambió es que se las cita, pero con más distancia entre un turno y
otro. También ingresan solas al consultorio, para no aumentar la cantidad de
gente adentro de un ámbito cerrado, lo que no deja de ser dificultoso para las
embarazadas, que son personas sumamente vulnerables a nivel físico y sensible”.
En el ámbito privado, las consecuencias también alcanzan a
quienes trabajan allí. Edith Diez es partera y trabaja en equipos de parto
respetado que se desempeñan en sanatorios. Para ella, las medidas “son buenas
desde el principio, pero hay bastante desconocimiento de cuáles son los
mecanismos que sirven o no, o los que tendríamos que seguir incluyendo”.
En su relato a Télam, Edith cuenta que en las instituciones
antes había vestimenta para protección y ahora “está todo mesurado”. “No nos
dan la protección correcta”, sentencia.
¿Se cumple la ley en cuarentena?
La ley 25929 de parto respetado, promulgada en 2004,
promueve todo tipo de aristas en cuanto al respeto a la mujer, a sus
decisiones, su hijo y su cuerpo. Al respecto, Julieta Saulo, coordinadora y
fundadora de Las Casildas, explica: “A fuerza de leyes logramos varios
derechos: parir acompañadas, que se nos informe lo que nos ponen en las vías,
lo que pasa con nuestros bebés. Sin embargo, los índices de violencia
obstétrica demuestran que esto no se cumple”.
María Pichot, de la asociación civil Dando a Luz, coincide
con Saulo: “A quienes están por parir deben garantizarles una atención
respetuosa y centrada según las normas nacionales. En este contexto, resulta
difícil garantizar el derecho absoluto al acompañamiento porque puede haber
condicionamientos o que falten insumos y es una situación bastante difícil de
definir. Sin embargo, debería poder estar todo: el respeto hacia la ley 25929 y
la seguridad contra el coronavirus”.
Las normas o los derechos
Las instituciones, tanto públicas como privadas, deciden
cómo accionar frente a una mujer que llega a parir mediante los distintos
protocolos. Sin embargo, “las normas internas o las decisiones de cada
institución no pueden impedir ni denostar el ejercicio de un derecho
garantizado por la ley”, expresa Pichot, pionera en cuanto a los derechos de
las mujeres.
Si el sistema médico evoluciona y los niveles de
intervención disminuyen, hay cirugías menos invasivas y cada vez más son
ambulatorias, ¿por qué en el sector de Obstetricia sucede lo contrario?
Según Violeta Osorio, al ser las mujeres y sus cuerpos los
protagonistas de la escena, "es muy coherente que se trabaje al revés,
porque, por más que aparezcamos por ahí, el resto del sistema trabaja para los
hombres”.
Saulo retruca: “Las mujeres están pariendo solas y en un
contexto de terror absoluto por estar en instituciones donde la circulación del
virus es mayor y no hay un manejo claro con respecto a lo epidemiológico”.
Volver a los orígenes
A raíz de las preocupaciones por permanecer internada en un
lugar donde quizás haya pacientes con coronavirus, se vuelve a discutir sobre
si parir en la casa propia, o al menos en otras condiciones, es mejor.
Para Vangi Bustos, doula y terapeuta familiar, un cambio
positivo a raíz de la cuarentena sería que “los equipos puedan dar su celular o
su mail o estén más cercanos, porque a muchas embarazadas les pasó de estar
incomunicadas: no tienen una referencia concreta de dónde está su obstetra”.
Sofía Cascallares, que no sabía cómo iba a parir, finalmente
tuvo a Clara y estuvo acompañada por Gonzalo. Pero los obstáculos que sufrieron
durante las últimas semanas son reflejo de algunas desatenciones del sistema
médico: “El centro donde me atendía mi obstetra cerró y mi partera le consiguió
un lugarcito en otro lado para que me pueda ver a mí y a sus otras pacientes.
Si no tenía ese espacio, no sé qué hubiera pasado”, cuenta.
Diversas disciplinas dicen que después de la pandemia el
mundo no va a ser el mismo. Desde que empezó el aislamiento social, preventivo
y obligatorio en Argentina, los partos continúan desarrollándose y la violencia
obstétrica, también.
Osorio lo sintetiza así: “No es un asunto médico ni
científico, es cultural y político. Lo que pasa en una sala de partos es
reflejo del lugar que seguimos ocupando las mujeres en la sociedad”.
Fuente: Télam