Varios
estudios hechos en las Américas y alrededor del mundo muestran que la violencia
contra la mujer es alarmantemente común. Al menos una de cada tres mujeres en
todo el mundo sufre violencia en algún momento de su vida. Menos comunes, pero
con consecuencias que pueden durar toda la vida, son la violencia y el abuso
que sufren durante la niñez.
“Una niña nacida en el siglo XXI debe estar rodeada de
posibilidades ilimitadas de tener una vida productiva y plena”, afirmó
Alessandra Guedes, asesora regional en materia de violencia intrafamiliar en la
OPS/OMS. “Lamentablemente, demasiadas niñas quedan oprimidas por experiencias
de violencia y abuso”.
Según los datos de una encuesta hecha en 12 países de
América Latina y el Caribe recopilados por la Organización Panamericana de la
Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) y los Centros para el Control
y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), la proporción de
mujeres que denuncian casos de abuso físico antes de los 15 años varió de 17%
en Paraguay a alrededor de 31% en Guatemala y El Salvador y casi 70% en
Jamaica. La proporción de mujeres que denuncian casos de abuso sexual antes de
los 15 años fue 3% en Ecuador y Paraguay, 4% en Nicaragua y 6% en El
Salvador.
La investigación también indica que las niñas que
experimentan maltrato en la niñez o están expuestas a violencia contra su madre
o madrastra corren un mayor riesgo de convertirse en víctimas de violencia
sexual y de pareja en etapas posteriores de la vida. Los estudios también han
vinculado a la violencia contra las niñas a un sinnúmero de problemas de salud
física y mental, incluso a fracturas, embarazos no deseados y depresión.
La OPS/OMS colabora con sus países miembros para prevenir la
violencia, identificar el abuso sin demora y garantizar un trato compasivo y
apropiado a las sobrevivientes, mediante enfoques comunitarios y trabajo con
los sectores externos al de la salud. Este trabajo incluye apoyo para la
formulación de enfoques multisectoriales y estrategias integradas con el fin de
incluir a los interesados directos del gobierno y de la sociedad civil en la prevención
de la violencia contra la mujer y los niños en los niveles local, nacional y
regional.
Un excelente ejemplo de estas actividades es la creación de
un grupo de trabajo multisectorial en Costa Rica, formado por profesionales de
diversas instituciones que pueden desempeñar una función activa en la
prevención de la violencia. El grupo está integrado por representantes de la
OPS/OMS, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación Pública, la Caja
Costarricense de Seguro Social y el
Instituto Nacional de las Mujeres, así como por participantes del gobierno
local y de la sociedad civil. Juntos, los miembros formulan intervenciones integrales, multisectoriales y
sostenibles de prevención de la violencia basadas en la premisa de que la
“violencia se genera y reproduce donde hay socialización, en las familias,
escuelas, guarderías y comunidades, donde las personas están juntas, aprenden y
comparten”. La meta definitiva es convertir todos estos ámbitos en entornos
seguros donde se rechacen todas las formas de violencia y se promuevan la
igualdad de género, la armonía social y una responsabilidad compartida de
acabar con la violencia.
“El sector de salud tiene un importante papel que desempeñar
en la prevención de la violencia, pero no puede actuar solo”, dijo la doctora
Gina Tambini, directora del Departamento de Familia, Género y Curso de Vida de
la OPS/OMS. "Los “datos probatorios indican que la prevención a largo
plazo exigirá enfoques integrales y multisectoriales tanto por parte del
gobierno como de la sociedad civil. Esta colaboración puede dar lugar no solo a
prevención de la violencia sino a una vida mejor para la niñas en general”.
Fuente: Organización Mundial de la Salud